En 2013, un año antes de la Revolución de Euromaidán, el entonces presidente de Ucrania, el prorruso Viktor Yanukóvich, no tuvo reparos en colocar, al frente del Servicio de Seguridad de Ucrania (SSU, más conocido en Occidente como SBU) a Aleksándr Yakimenko. La ‘peculiaridad’ del nombramiento no solo radicaba en que el jefe del Estado hoy huido a Moscú había evitado el procedimiento habitual de presentar a su nuevo responsable de inteligencia en la Rada, el Parlamento unicameral ucraniano. Yakimenko era, además, un ciudadano ruso, cuya biografía era ignorada por los diputados que lo debían supervisar, incluyendo la fecha de su nacionalización como ucraniano, y que, para más inri, entre 1991 y 1998 había servido como militar en el Ejército del Kremlin, graduándose en 1997 en la Academia de la Fuerza Aérea Gagarin, en la región de Moscú.

Fuente