Este 2024, casi la mitad de la población mundial ha sido convocada a las urnas. Las Naciones Unidas lo definieron como una “prueba” para “la salud de las democracias”. A 29 de diciembre, lo podemos considerar el año de la desinformación. No tanto por la cantidad de bulos que han corrido en contextos electorales o de crisis ambientales —que también—, sino por la dimensión política y social que ha tomado el concepto
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, presentó en julio un Plan de Acción Democrática que proponía frenar las mentiras a golpe de ley. La propuesta, que los expertos de la información no ven clara, se ha concretado por ahora en la ampliación del derecho a la rectificación a medios digitales e ‘influencers’. Mientras, más allá de un debate político en el que la desinformación ha sido convertida en un arma arrojadiza, las mentiras han ocupado todos los nichos de actualidad.
El anuncio del cáncer
El año comenzó con el anuncio de que Kate Middleton, la Princesa de Gales, había recibido una cirugía abdominal y se vería apartada de la vida pública hasta pasada Pascua. La falta de detalle, el silencio casi hermético de los días siguientes y la publicación de una imagen editada en su cuenta oficial el Día de la Madre dispararon las especulaciones sobre su condición. El ruido se impuso en redes sociales.
Cuando Middleton explicó que tenía cáncer en un comunicado en vídeo, las acusaciones de que era falso no se hicieron esperar. Alegando, por ejemplo, que un detector de vídeos generados por inteligencia artificial así lo señalaba, o que el anillo de su mano desaparecía en algunas tomas. Ninguno de los dos argumentos probaba que el vídeo fuera falso, tal como explicaron Efe Verifica y Newtral, verificadoras, como Verificat, acreditadas por las redes internacionales de fact-checking, pero el ruido fue tal que BBC Studios, que lo grabó, tuvo que reiterar su autenticidad.
El crimen de Mocejón
El domingo 18 de agosto, una persona saltó al campo de fútbol del polideportivo Ángel Tardío en Mocejón, Toledo, y asesinó a puñaladas a un menor de 11 años. La brutalidad del crimen llevó al suceso a primera línea de la opinión pública. Y el vacío de información inicial —propio de estas situaciones— se llenó de una desinformación que exaltaba los discursos de odio.
Algunos mensajes aseguraban, sin aportar pruebas, que el autor era magrebí. Otros, que se trataba de un menor extranjero no acompañado. Hubo quien señaló que en la localidad había un hotel que acogía a 50 jóvenes migrantes, como prueba de su supuesta autoría. A mediodía del lunes, la Agencia Efe explicaba que el detenido era un joven español con padres y abuelos residentes en el pueblo.
El ruido generado en redes sociales tras el crimen de Mocejón replicó casi paso a paso lo que había sucedido pocas semanas antes en el Reino Unido, tras un apuñalamiento múltiple en la localidad de Southport. En esa ocasión, los mensajes de odio levantaron por todo el país una oleada de protestas violentas, islamófobas y racistas.
La DANA llenó las redes de desinformación
Las inundaciones de Valencia han sido quizá el principal foco de desinformación este año en España. Las mentiras y medias verdades se propagaron la misma noche de la dana (como el mensaje que aseguraba falsamente que todas las trabajadoras de una tienda Druni habían fallecido), y siguieron en los días posteriores tocando todas varias de las aristas de la crisis: desde sus causas, hasta su gestión, pasando por la destrucción de medicamentos donados o las falsas estimaciones de personas fallecidas en los párquings.
La verificadora Maldita.es publicó un informe en el que constataba que las plataformas como X (antes Twitter) y TikTok no habían implementado acciones relevantes para parar la oleada de desinformación.
A vueltas con las elecciones
Más allá de las elecciones catalanas, europeas y estadounidenses, donde la desinformación estuvo presente, los procesos electorales en Rumanía y Georgia son el mejor ejemplo de hasta qué punto puede desestabilizar procesos democráticos. El Tribunal Supremo rumano anuló los resultados de la primera vuelta y la presidenta saliente georgiana no reconoció la lectura de las urnas en su país. En ambos casos, la denuncia es común: la injerencia rusa en los comicios a través de campañas organizadas de desinformación.
En el caso de Rumanía, cinco informes desclasificados por el Gobierno aseguran que hubo una campaña organizada de bots a favor del candidato prorruso en TikTok. La Comisión Europea ha abierto un procedimiento formal contra la red social por saltarse la Ley de Servicios Digitales, y la European Fact-Checking Standards Network (EFCSN) ha pedido a la plataforma que “tome medidas efectivas inmediatamente”.
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