La izquierda alternativa al PSOE sigue patas arriba a nivel nacional cuando en Andalucía ya calientan los motores para la precampaña. Los comicios están previstos para verano de 2026 y, junto con los de Castilla y León, darán el pistoletazo de salida al próximo ciclo electoral. Allí Podemos e IU han normalizado relaciones tras los difíciles comienzos de la coalición.
Pero las dificultades para comenzar a abordar una eventual candidatura de unidad se agravan con la fractura orgánica que se ha producido en Podemos Andalucía tras sus primarias, donde la mitad del partido rechaza cualquier alianza. Uno de los asuntos que está en liza es la continuidad de la marca ‘Por Andalucía‘, fraguada en la coalición que sellaron en las andaluzas de 2022.
Aquella cita con las urnas fue la primera que se producía con Yolanda Díaz como líder del espacio, tras la designación de Pablo Iglesias. Todavía por entonces se le consideraba una figura capaz de lograr el paraguas de la unidad de las izquierdas, acercándose a formaciones muy beligerantes con Podemos, como Más Madrid o Compromís, y a IU, que se había sentido maltratado en su anterior coalición con Podemos.
Inicio convulso
Pero las relaciones ya habían empezado a torcerse con el partido de Irene Montero, que fue excluido en su acto de lanzamiento en Valencia y con quien chocó abiertamente a cuenta de las coaliciones andaluzas, que nació con serias turbulencias. IU y Podemos pugnaban por situar de cabeza de lista a sus dirigentes, Inma Nieto y Juan Antonio Delgado, respectivamente.
Las tensiones llevaron a que Yolanda Díaz acudiese a la feria de Sevilla para decantar la balanza y exhibir su apoyo a Nieto, que finalmente fue cabeza de lista tras unas tensísimas negociaciones. En Podemos no perdonaron el gesto a la ministra de Trabajo, que tras el desastroso arranque de la coalición se desmarcó de aquel artefacto, desvinculándolo de Sumar.
El acuerdo se selló en el último minuto, tanto es así que el partido morado no llegó a tiempo al registro, aunque sus candidatos fueron como independientes en la lista. Este punto es importante de cara a las próximas elecciones andaluzas. Aunque Podemos tiene tres de los cinco diputados en el Parlamento de Andalucía, la formación no tiene reconocido ningún derecho electoral ante el Ministerio del Interior, al haber quedado fuera de la coalición.
Es decir, si concurriera en solitario a los próximos comicios, existirían dudas legales sobre las subvenciones públicas para la campaña electoral o el tiempo al que tienen derecho a todas las formaciones en medios de comunicación en función de su representación parlamentaria. Una representación que no tiene carácter oficial.
A esta circunstancia hay que sumar la paz sellada en Andalucía entre IU y Podemos, que en los últimos meses han logrado recuperar la «normalidad» de relaciones, después de los turbulentos comienzos, donde los morados fueron orillados en el Parlamento regional y se lamentaba de pagar allí las consecuencias del choque con Yolanda Díaz que ya se planteaba a nivel nacional. El gesto definitivo de reconciliación tuvo lugar en septiembre, cuando la portavoz, Inmaculada Nieto, dio entrada a la diputada Alejandra Durán, de Sumar, en la Mesa del Congreso, en lugar de la diputada de Más Andalucía, Esperanza Gómez, que era la cuota de Sumar, después de que Iñigo Errejón entregara su partido y sus filiales a Díaz.
En paralelo, a nivel estatal, se está produciendo un acercamiento por parte del nuevo coordinador de IU, Antonio Maíllo, y los primeras espadas de Podemos, con encuentros con Pablo Iglesias o Irene Montero, en su estrategia de poner las bases para una nueva candidatura de unidad. La hostilidad del último año entre los partidos de izquierda ha quedado en el imaginario colectivo de la militancia de Podemos, cuya dirección ha venido fomentando un discurso duro contra el resto de fuerzas para reivindicarse como «la verdadera izquierda» frente a las demás y ganarle terreno a Sumar.
Fractura en primarias
Esto se vio precisamente en Andalucía, donde Podemos quedó fracturado en dos tras las primarias. La candidata oficialista, avalada por la dirección del partido, se enfrentaba a la concejal de Sevilla Susana Hornillo, cuyo eje de campaña fue el rechazo total a cualquier tipo de alianza con Izquierda Unida o Sumar. Un discurso que caló muy bien entre las bases andaluzas, que quedó dividida en dos, con un 52% de los votos para la oficialista Raquel Almeraya y el 48% de votos para los críticos.
La difícil gestión interna de esta fractura amenaza ya con traducirse en posiciones más duras hacia cualquier coalición electoral. Una de las figuras que apoyaron a Hornillo y que se oponen frontalmente al entendimiento de la izquierda es, según fuentes próximas, el diputado Juan Antonio Delgado, que aspiraba a ser candidato y que, a diferencia del resto de diputados de Podemos en el Parlamento andaluz, no ha superado el agravio sufrido en los primeros compases de la coalición.
A nivel oficial, desde la dirección de Podemos evitan pronunciarse sobre una eventual coalición andaluza, pero en privado es algo que a día de hoy no descartan, aunque remarcan que no será a cualquier precio. Uno de los asuntos que ya se ha puesto sobre la mesa es precisamente la marca electoral, donde tienen grandes diferencias con IU. El partido de Maíllo aboga por dar continuidad a Por Andalucía, una marca que está alejada de las siglas de partidos ya existes y que ya lleva dos años y medio en el Parlamento andaluz. Consideran que, ahora que comienza a consolidarse el nombre de la coalición, lo lógico es mantenerlo, para poder capitalizar así todo el trabajo hecho estos años desde la oposición.
La posición no puede ser más distinta en la dirección de Podemos, donde rechazan las siglas de la actual coalición y abogan por incluir su propia marca en el nombre de una eventual marca electorla, como garantía para no verse de nuevo invisibilizados, como ocurrió inicialmente en Andalucía y después con Sumar a nivel nacional. Apuntan a siglas antes consolidadas como Unidas Podemos, donde la marca del partido esté presente. En la ecuación, de momento, no contemplan dar cabida a la formación de Yolanda Díaz, alegando que no tiene estructura ni partido en el territorio. Una exclusión que pretenden aplicar a Díaz a nivel nacional y que quieren llevar también a Andalucía.