Sandra Cabrera trabaja desde hace dos años como profesora de inglés para un liceo en la Petite-Terre de Mayotte, la isla francesa del océano Índico que el sábado fue arrasada por el paso del ciclón tropical Chido. «Mi casa voló», resume esta joven, de 30 años y natural de Fuerteventura. El ciclón comenzó a las ocho de la mañana. Hasta las 14 horas, llovió sin parar, con vientos huracanados que arrastraron todo lo que se interponía en su camino. Oficialmente, hay 31 personas fallecidas; extraoficialmente, un número desconocido de desaparecidos.

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