En un tablero político marcado por alianzas precarias y rivalidades abiertas, el último movimiento del Partido Popular de buscar un acercamiento a Junts ha situado a los populares en una difícil encrucijada. La tensión con Vox, las diferencias con Isabel Díaz Ayuso y los desafiantes contactos con los neoconvergentes han puesto a prueba la estrategia del PP, sumergiéndolo en un intrincado puzle político que amenaza con desbordarse.
Con un ojo puesto en las próximas elecciones generales y el otro en mantener la estabilidad de su liderazgo, Alberto Núñez Feijóo ha buscado tender puentes hacia formaciones como Junts como un posible aliado coyuntural. Así, en una nueva demostración de que la política a veces trae compañeros de baile peculiares, el líder popular no ha dudado en destacar la “coherencia” de Junts y la sintonía que existen entre ambas formaciones en términos de materia fiscal. Unos cantos de sirena a los que los neoconvergentes, constantemente bajo la eterna sombra de Puigdemont, han respondido tendiendo la mano de cara a seguir pactando. Dicho y hecho: este mismo jueves han votado juntos (además del PNV) tumbar el impuesto a las energéticas.
Vox y Ayuso lideran la oposición al giro de Feijóo
Sin embargo, la estrategia tiene un costo político significativo. Y Feijóo y Génova no han tardado en descubrir este camino de minas. Sin prácticamente tiempo para digerir este viraje, Vox, principal (y prácticamente único) aliado parlamentario del PP, reaccionó de manera contundente y directa: “Junts es un partido liderado por un prófugo de la Justicia. Un partido golpista que odia a España. Que desprecia las instituciones, que injuria al rey. Un partido que tiene en sus filas a malversadores, corruptos y condenados por sedición”.
No obstante, Vox no ha sido el único en salir al paso. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y verso libre dentro del organigrama de Génova también se ha apresurado en desautorizar a Feijóo. “Yo con el nacionalismo no quiero nada”, afirmó con la contundencia que la caracteriza. Una postura, la de Ayuso, nada baladí puesto que la lideresa madrileña representa un sector del partido que prioriza una visión intransigente frente a las demandas independentistas, conectando con una parte del electorado que valora la firmeza ideológica.
Dentro del PP, coexisten posturas enfrentadas sobre el manejo del debate territorial. Un sector aboga por una línea dura, alineada con la postura de Vox y Ayuso, mientras otro percibe el diálogo con formaciones como Junts como una oportunidad para ampliar la influencia del partido en un Congreso fragmentado.
Además, la estrategia de Feijóo está lejos de ser exenta de riesgos. Cualquier movimiento en falso podría alienar a una parte importante de su base electoral y fortalecer a Vox como la opción más coherente dentro del espectro conservador. Sin embargo, renunciar al diálogo con Junts podría cerrar puertas clave en el Congreso, complicando aún más la gobernabilidad.
“Los pactos con Junts debilitan al PP y le abren a Feijóo frentes internos y externos”
Por otra parte, este movimiento de fichas también ha provocado revuelo dentro del PSOE, que interpreta este gesto de Feijóo como una muestra más de oportunismo, una forma pragmática de adaptarse a las urgencias del Congreso. En sus filas, se percibe esta coyuntura como una oportunidad para recalcar la inconsistencia del discurso del PP. “Dicen una cosa y hacen otra”, repiten. Mientras tanto, construyen su narrativa enfatizando la distancia que, según ellos, separa la acción de Feijóo de los valores de coherencia y firmeza que siempre ha pregonado.
Asimismo, el propio Pedro Sánchez incidía recientemente en una conversación informal con periodistas sobre este giro del PP: “Los pactos con Junts debilitan al PP y le abren a Feijóo frentes internos y externos”. Una idea sobre la que incidía otro ministro, no sin sorna: “El mayor éxito de este Gobierno es que Feijóo haya pasado de querer ilegalizar a Junts a pedir su aprobación”.
Por último, fuentes socialistas también reconocen a este periódico que estos contactos entre Feijóo y Puigdemont “desactivan” las críticas que Sánchez ha recibido por parte de la derecha y la derecha mediática durante todos estos años. En las palabras de los socialistas resuena un tono de burla y advertencia: la estrategia del PP ya no es aquella que predicaba desde la tribuna, sino la que dictan las urgencias del Congreso.