El Gobierno pactó hace algunas semanas, en medio de una turbulenta negociación, el nuevo diseño del impuesto a la banca, que a partir de ahora será progresivo y afectará a todos los bancos que operen en España.

Al hilo de este acuerdo, el Congreso de los Diputados solicitó al BCE que se pronunciara sobre este nuevo impuesto, que el supervisor tampoco respalda. Hay que recordar que en noviembre de 2022 el BCE ya publicó un primer dictamen sobre el anterior diseño del impuesto, en el que alertaba sobre su impacto en el crédito.

En su dictamen, firmado por Christine Lagarde, presidenta del BCE, el supervisor considera que el gravamen no es proporcional a la rentabilidad, lo que puede afectar a las entidades más pequeñas.

«Como consecuencia de la aplicación general del impuesto, las entidades de crédito con posiciones de solvencia más bajas o con dificultades en las proyecciones de capital podrían reducir su capacidad de absorber los posibles riesgos a la baja derivados de una desaceleración económica. Este último riesgo se ve agravado por el carácter progresivo del tipo impositivo aplicable a medida que aumenta la base liquidable», explica el BCE en su dictamen.

Impacto en la rentabilidad

En consecuencia, según los expertos del supervisor, «esto podría dar lugar a una situación en la que determinadas entidades de crédito con menor rentabilidad neta (o incluso con pérdidas tras la deducción de las pérdidas crediticias) acaben pagando un impuesto a un tipo efectivo más elevado, ya que la hipótesis implícita en el cálculo del gravamen de que las entidades de crédito con una base liquidable mayor tienen beneficios netos superiores no siempre es el caso».

«El BCE entiende que el proyecto de ley da lugar al reconocimiento de los gastos derivados del impuesto en 2024, lo que erosiona la rentabilidad y el perfil de mercado de las entidades de crédito pertinentes, suponiendo que el gravamen temporal sobre los beneficios extraordinarios de las entidades de crédito también se registre en 2024″, añade.

Es por eso que el BCE recomienda «analizar los efectos contables del impuesto a fin de evitar consecuencias no deseadas para la solvencia y la posición competitiva de las entidades de crédito».

Y es que el supervisor considera que la bajada de los tipos de interés afectará a los beneficios de la banca.

«Aunque los ingresos netos por intereses de las entidades de crédito siguen siendo sólidos en la actualidad y los últimos recortes de los tipos de interés oficiales del BCE pasados y esperados han dado lugar a su estabilización, debe velarse por que las medidas que se adopten no obstaculicen la capacidad de las entidades de crédito para mantener bases de capital sólidas y provisiones adecuadas para los deterioros de valor y, en última instancia, por que transmitan las decisiones de política monetaria a las empresas y a los hogares», apunta.

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