Abu Mohammad al Halabi (es su nombre de guerra, el nombre real es secreto) perdió su pierna izquierda hace tres años, cuando su coche explotó bajo su asiento. Fue una bomba plantada por el régimen de Bashar al Asad para matarle, dice el hombre de 50 años, combatiente de la milicia islamista radical Hayat Tahrir al Sham (HTS) y miembro de su equipo económico y logístico. El grupo, la antigua filial de Al Qaeda en Siria, es quien lidera ahora la amalgama de milicias rebeldes sirias que consiguieron derrocar el régimen de Asad y terminar con 13 años de guerra civil siria. Al Halabi (que significa ‘de Alepo’) recibe a EL PERIÓDICO en una zona rural de Idleb, región de donde emana el HTS.
¿Cómo se unió a Hayat Tahrir al Sham?
Me uní hace 13 años a las protestas de la revolución, no de una forma militar. En los primeros meses protestaba como un civil. Pero cuando el régimen empezó a dispararnos, decidimos que protestar no era seguro, que teníamos que coger las armas y defendernos. Al cabo de un tiempo se crearon varios grupos militares.
¿Luchó siempre junto a Abu Mohammed al Jolani, el líder de HTS?
No. En un primer momento, Jolani no estaba aquí. Estaba en Irak. Me uní a HTS cuando aún era llamada Jabhat al Nusra —y era la filial de Al Qaeda— y mi trabajo allí fue en el sector económico del grupo. Me uní a ellos para liberar Siria.
¿Por qué es tan importante Al Jolani en su organización?
Es nuestro líder, y quiero dejar claro que no es un líder autoritario. Todos le decimos a Jolani que se equivoca cuando lo hace, y él sabe rectificar. HTS es una organización con tres capas. Él es el líder principal. Tras él, hay un segundo comité de líderes. Y bajo este, un tercero. Todos trabajamos conjuntamente en esta estructura.
¿Cómo le describiría?
Tiene mucho carisma. Si le conocieran, pensarían lo mismo. Tiene mucho carisma, y es una persona muy lista que acepta las opiniones de los demás. Cuando el régimen cayó, Jolani dijo en un primer momento que todo el mundo que había trabajado para Asad y abandonase las armas sería perdonado. Muchos no estábamos de acuerdo con eso. Casi todos hemos perdido a hijos y a padres por culpa de muchos criminales de Asad. Así que no lo aceptamos: le dijimos a Jolani que cualquiera que tenga sangre en las manos debe pagar por sus crímenes. Y Jolani lo aceptó, cambió su opinión, y después matizó públicamente que no serían todos perdonados. Que los criminales serán juzgados. Este ejemplo muestra que Jolani es un líder que escucha, que cambia de opinión.
Las minorías del país están algo preocupadas con la posibilidad de que su gobierno instaure la ley islámica como ya han hecho en Idleb.
Lo dicen porque no nos conocen. No solo son los alauís y los cristianos los que no nos conocen, tampoco lo hacen los sunís de las regiones antes controladas por Asad. Les prohibieron comunicarse con gente en nuestra región, porque la gente siempre tendrá miedo de lo que no conoce. En el futuro, cuando vean cómo somos realmente, perderán el miedo.
¿Qué sistema político quieren establecer en Siria, entonces?
Lo más importante para nosotros en un gobierno o administración es que no haya ningún tipo de corrupción. Todos en HTS hemos jurado que si nos equivocamos en el gobierno, lo solucionamos nosotros mismos. Hemos vivido lo que hizo el Estado Islámico y su radicalismo. No lo vamos a repetir. Planeamos y esperamos mantener buenas relaciones con todos, y con todos nuestros países vecinos.
El comedor de la casa de Abu Mohammad al Halabi es escueto al extremo. La sala apenas cuenta con varios sofás en las esquinas y una alfombra enorme en el centro. En la pared, colgados, dos fusiles Kalashikov y dos rifles de francotirador rusos de la segunda guerra mundial. «Aún funcionan», asegura Halabi, que bromea: «¡Esto es un ejemplo de que todas nuestras armas son rusas! Las confiscamos en nuestros avances durante la guerra contra Asad».
Todas las demás milicias rebeldes sirias están controladas y financiadas por Turquía, en el otro lado de la frontera. La semana pasada, el jefe del servicio de inteligencia turco, Ibrahim Kalin, fue el primer representante internacional en reunirse con Jolani en Damasco. ¿Cuál es su relación con Turquía?
En un principio no teníamos ningún tipo de relación ni conexión. Después de 2020, cuando se firmó el alto el fuego y los soldados turcos entraron en la región, pudieron comprobar las diferencias entre nuestra zona de control y la de sus grupos rebeldes. Vieron que nosotros manejamos mucho mejor la economía y la seguridad, que no somos corruptos como algunos de los otros grupos. Así que a partir de entonces nuestra relación mejoró. Ahora tenemos conexiones y cooperamos en asuntos económicos y humanitarios. Pero no militares.
¿Cuál ha sido el secreto de HTS, entonces, sin ayuda internacional, para imponerse a las demás milicias rebeldes y liderar la toma de Damasco y la caída de Asad?
Somos un grupo mucho más organizado que los demás grupos rebeldes. Ellos… no todos son malos, pero algunos han robado en el pasado a civiles. Al final, nos unimos a Jabhat al Nusra los que teníamos el objetivo de realizar la yihad para derrocar al régimen de Bashar al Asad.
¿Puede explicar exactamente qué es para usted la yihad?
Hay dos tipos de yihad. En el pasado, la yihad era una forma de todo el mundo supiese lo que es el islam. En un mundo anterior, en el que no había medios de comunicación ni internet, el mensaje de Dios se tenía que expandir a través de un ejército. Ahora, la yihad para nosotros es tan solo una defensa. Que los musulmanes se defiendan. Y eso es lo que hacemos: defender a los musulmanes en Siria. Esto es muy importante para nosotros. El régimen perseguía a los musulmanes y creyentes que iban a la mezquita. Si uno iba muy a menudo, le detenían. Para luchar contra Asad y solo contra Asad llamamos a la yihad.
¿Y cómo lo consiguieron?
Dios nos ayudó a ello. Con la ayuda de Dios, todo es más fácil. Asad tenía un ejército de 300.000 soldados y 200.000 policías. Medio millón de personas. Y nosotros teníamos, en la línea del frente luchando, a cerca de 10.000 soldados. Ni tanques, ni aviones, ni nada. Medio millón contra 10.000. Y el medio millón escapó.
Pero algo tuvo que cambiar para que ustedes pasasen de perder territorio en Idleb, como ocurrió desde 2015, a conquistar todo el oeste de Siria.
Llevamos diez años de guerra. Hemos aprendido. Hemos creado academias militares especializadas. Diez años de trabajo. Hemos entrenado a unos soldados específicos para que, por ejemplo, estén en la línea del frente. Otros van la retaguardia; otros, en blindados pesados, drones fabricados por nosotros mismos… Otro ejemplo: nunca hemos dominado los cielos durante la guerra. Antes éramos vulnerables a sus ataques aéreos. Pero conseguimos desarrollar tácticas para evitar el peligro.
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