Al Barcelona se le plantó un cuervo en Montjuïc que vendría a ser como el que brotó de la atormentada mente de Poe. El pajarraco se hizo famoso porque torturaba a un pobre chaval que había perdido a su amada repitiéndole una y otra vez «nunca más». Aquel cuervo, claro, se intuye que sería negro, no azul, que es el que pone el dinero en ese Leganés (el holding estadounidense Blue Crow) que se negó a irse de la montaña hasta que no ganó al Barça, convirtiendo el duelo en un terrible suplicio. «Nevermore».

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