Cuando Jenni Hermoso (Madrid, 1990) tomó el micrófono en la celebración del Mundial, los que la conocen ya podían esperar por dónde iba a ir: «Me siento súper orgullosa de que toda España esté aquí, pero tengo que decir que viva Madrid y los madrileños, que somos los mejores», dijo ante 20.000 aficionados. Jenni presume siempre que puede de su ciudad y, sobre todo, del barrio en el que creció: Carabanchel.
En sus tardes durante su infancia nunca podían faltar dos cosas: una pelota y un bocadillo de mortadela. La pasión por el balón recorría su cuerpo de pies a cabeza, aunque en el colegio topó con una montaña que muchas niñas de su generación -y de todas las anteriores y también alguna posterior- tuvieron que escalar: el fútbol estaba visto como algo solo para niños.
Jenni lo pasaba mal en el cole y volvía a casa llorando, cuando no la dejaban jugar o algún niño se reía de otro solo porque una chica le había hecho un gol. Hoy esas lágrimas, a sus 33 años, son de emoción y orgullo porque puede decir que es campeona del mundo, y ni siquiera la polémica del beso de Rubiales le puede sacar de su estado de felicidad plena.
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El fútbol llegó a Jenni Hermoso a través de su abuelo materno. Antonio Fuentes, que falleció en 2019, fue portero del Atleti cuando todavía era el Atlético Aviación, denominación que tuvo el club en la posguerra. Él fue el primero en ver algo especial en su habilidad con el balón y llevó a su nieta a jugar a un equipo mixto, en Comillas. En los campos de Ernesto Cotorruelo, en plena Vía Lusitana, arrancó todo.
Después llegó el Atlético de Madrid. En uno de esos partidos de barrio, una persona dijo a Antonio que su nieta tenía que hacer las pruebas con los rojiblancos. Con 12 años, Jenni pasó a formar parte del equipo al que iba a ver con su abuelo al Vicente Calderón. Una década más tarde, en 2012, debutaba con la Selección.
Jenni persiguió durante mucho tiempo levantar un título con España. «Si llego a ganar algo con mi Selección me podré ir tranquila de este deporte», decía. Y pensó que jamás iba a ocurrir, tras las decepciones de los anteriores Mundiales de 2015 y 2019 (en este marcó el gol en la derrota ante Estados Unidos).
«Después de ese último Mundial (el de 2019) creo que el fútbol femenino español dio un paso adelante y nosotras, desde dentro, lo estamos viviendo con mucha ilusión. Es muy bonito», decía Jenni en una entrevista en EL ESPAÑOL. «Nosotras no teníamos referentes femeninos», reconocía también en esa charla.
A por el récord de Villa
En 2022 llegó a quedarse fuera de la Selección. Tras la ‘crisis de las 15’, siendo ella una de las que apoyó a las ‘rebeldes’ desde fuera, volvió por sorpresa a comienzos de año y se quedó en el grupo hasta el Mundial. En Oceanía, cumplió 100 internacionalidades y alcanzó su gol 50 (51 en total). Solo David Villa tiene más goles que ella en el fútbol español con la camiseta del combinado nacional (57).
Su camino explica las lágrimas que tampoco pudo contener tras ganar a Países Bajos en cuartos de final. Un icónico momento compartido con Alexia Putellas, su amiga del alma con la que intercambió la camiseta para recoger el trofeo, y que fue inmortalizado por una cámara. Ella lo sentía así: «Son muchos años, todo lo que hemos pasado. Nos ha costado mucho llegar aquí. La gente se piensa que es algo fácil o que es jugar al fútbol y ya está, pero son muchos sentimientos detrás, mucha vida, te tienes que ir lejos», contó la ’10’ de la Selección.
La ‘otra’ Jenni
El triunfo en el Mundial le ha pillado a Jenni como jugadora del Pachuca mexicano. El verano pasado cruzó el charco, aunque lo que siempre ha llevado peor en su carrera fue lo de jugar fuera. En el pasado también se marchó a Suecia (Tyresö, en 2013) y a Francia (PSG, en 2017-2018). Separarse de su familia y de su gente, de su barrio, nunca fue fácil, incluso cuando fue para jugar en otro equipo de España, como el Rayo o el Barça.
Tiene dos hermanos, Silvia y Rafa, ambos mayores que ella, y cuenta con una única sobrina, Leire, de 13 años, con la que guarda un fuerte vínculo como muestra en redes sociales. Cuando murió su abuelo Antonio, hace casi cuatro años, le despidió con un emotivo mensaje: «Los recuerdos y tú estaréis siempre aquí y gracias a ti, abuelo, hoy puedo seguir disfrutando del fútbol como lo hacíamos juntos».
La familia es tan clave para Jenni que así lo reflejan todos los tatuajes de su brazo izquierdo: sus iniciales, la radio de su abuelo, un clavel de su abuela -su segunda madre-… En el derecho destaca una frase de ‘Million Dollar Baby’, cuyo significado es ‘mi amor’.
Entre sus pasiones, destaca una que comparte con su hermano Rafa: la música de Camela. Este lunes, en la fiesta de celebración, tocó el grupo de tecno-rumba y dejó una anécdota con Jenni. «Yo venía aquí por todos vosotros y porque estaba Camela, pero no los veo», dijo la madrileña. Y sus artistas favoritos volvieron al escenario, la abrazaron y cantaron el famoso «sueño contigo, ¿qué me has dado?».
«Yo venía aquí por todos vosotros y porque estaba @camelaoficial» – @Jennihermoso 😅
Todo el mundo a bailar al ritmo de «Lágrimas de amor»#BienvenidasCampeonas | #CampeonasDelMundo |https://t.co/mASl56qlW8 pic.twitter.com/hfRFQXi6cq
— La 1 (@La1_tve) August 21, 2023
Fuera de los terrenos de juego, Jenni se sigue relacionando con sus mismos amigos del barrio de siempre. Siempre que puede, que ahora desde que juega en el Pachuca es menos, pasea por las calles de Carabanchel como una más. Seguramente, tras los días de desconexión que pasan desde este martes ella y algunas compañeras más en Ibiza, hará una parada para estar junto con los suyos antes de empezar otra temporada.
Además, Jenni Hermoso se ha convertido en una referente para la comunidad LGTBI. A la delantera le gusta ir a las fiestas del Orgullo en Madrid y subirse a algunas de sus carrozas. En 2018 lo hizo con Alexia Putellas y ha repetido otros años hasta el 2022. «Visibilidad, orgullo y resiliencia», escribía en un post que publicó en Instagram el año pasado.
Así es Jenni Hermoso, una goleadora histórica del fútbol español que soñó tanto con el Mundial que ni el beso de Rubiales se lo empaña. La madrileña se niega a dar más explicaciones, como se negó a aparecer junto al presidente de la RFEF en el vídeo en el que este pedía disculpas durante la escala en Doha del vuelo desde Sídney.
Jenni se mantiene al margen de la polémica y lo único que quiere es saborear el título que acaba de ganar. Su familia coincide y se niega a comentar nada que no sea sobre el éxito de ella con la Selección. Los dolores de cabeza para otro(s). Y pronto Carabanchel podrá celebrar con su campeona.
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