Rüdiger Koch es un alemán afincado en Panamá, aunque su residencia es algo peculiar. Al menos por ahora, ya que está ubicada en una casa muy particular. Se trata de una infraestructura acuática que le permite vivir y trabajar a once metros bajo el nivel del mar.
Mediante una escalera de caracol, este ingeniero aeroespacial accede a la parte inferior de la vivienda, donde dispone de treinta metros cuadrados para dormir, hacer ejercicio físico, trabajar y disfrutar de las vistas que le ofrece el fondo del mar.
La cápsula de 30 metros cuadrados de Koch (diseñada por él mismo) tiene la mayoría de los elementos de la vida moderna: una cama, un inodoro, un televisor, un ordenador e Internet, incluso una bicicleta estática. Solo le falta una ducha.
Quiere batir el récord mundial
Mediante un teléfono satelital, Koch accede a la actualidad informativa y puede teletrabajar. Este alemán pretende batir un récord Guinness que demuestre que vivir bajo el agua es posible. Por ahora ya lleva algo más de dos meses y su intención es permanecer hasta el 24 de enero, para superar así el anterior récord de vida bajo el mar.
Pero Koch, de 59 años, tiene planes más ambiciosos que batir un récord mundial: quiere demostrar la viabilidad de que la humanidad viva bajo el mar, incluso de manera permanente. «Irnos al océano es algo que deberíamos hacer como especie», dijo a la agencia AFP.
«Lo que estamos tratando de hacer aquí es demostrar que los mares son realmente un entorno viable para la expansión humana», afirmó.
Su hogar bajo el mar está conectado a través de un tubo vertical a otra dependencia situada en la superficie, que alberga a otros miembros de su equipo y es la vía a través de la cual recibe comida y visitas.
El habitáculo submarino, por su parte, se ha convertido también en un refugio para los peces y actúa como un arrecife artificial, lo que supone un beneficio medioambiental.
«Por la noche, se pueden oír los crustáceos», explica. «Allí están los peces y otras criaturas, que no estaban antes de que llegáramos».
Admirador del capitán Nemo
En una pequeña mesilla de noche se encuentra un ejemplar de ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’ de Julio Verne, un clásico de ciencia ficción del siglo XIX.
Koch, admirador del Capitán Nemo de la novela, se sumergió el 26 de septiembre y espera poder salir a la superficie el 24 de enero, superando en 20 días el récord del estadounidense Joseph Dituri, que pasó 100 días sumergido en un lago de Florida.
En su estancia submarina, dos relojes indican el tiempo transcurrido y el que queda.
Cuatro cámaras filman sus movimientos en la cápsula: capturan su vida diaria, controlan su salud mental y demuestran que nunca ha subido a la superficie. Eial Berja, un israelí, las opera desde la parte superior, mientras se ocupa de la electricidad y del generador de emergencia.
No todo es fácil, explica a la AFP, y recuerda que una fuerte tormenta casi puso fin al proyecto recientemente.
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