Los paralelismos entre la guerra civil siria y la española son inquietantes. Coinciden en el antagonismo entre la gente de un mismo pueblo y en la intensidad de las atrocidades cometidas. Así lo explica el sirio-español Labib el-Nahhas De la Ossa, cuyo abuelo participó en la contienda de 1936. Sin embargo, la transición española fue favorecida por factores como la geografía y el apoyo internacional, algo que no parece replicarse en Siria.

“La transición siria será más dolorosa y larga, con resultados menos previsibles”, señala a EL ESPAÑOL. Nacido en Madrid, Nahhas creció entre la capital y la ciudad siria de Homs, y como ingeniero de telecomunicaciones tuvo una carrera empresarial exitosa y cosmopolita en Europa y Estados Unidos. Tras regresar a Siria en 2010, se unió a la oposición armada contra el régimen de Bashar el-Asad y lideró la diplomacia de una de sus principales facciones. Desde 2017 es director de la Asociación Siria para la Dignidad de los Ciudadanos (SACD), una plataforma entre cuyas funciones está el contribuir a un retorno seguro de los refugiados.

Para que los sirios puedan regresar, es fundamental que se den las condiciones necesarias en el devastado país árabe. La transición debe ser inclusiva y diseñada desde las necesidades del pueblo sirio, con un enfoque en el apoyo más que en la intervención directa. “Lo que esperamos de EEUU y la UE es dar apoyo real a la transición política que lleve a un modelo de gobierno totalmente distinto al del antiguo régimen, que garantice la inclusividad y evite la concentración del poder en pocas personas”, añade el-Nahhas. La diplomacia internacional trabaja contrarreloj para que la Administración de Joe Biden deje sellada esta transición antes de que Donald Trump inicie su legislatura en enero.

Después de la caída el domingo del régimen dictatorial de Bashar el-Asad, ni dos días tardó el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, en anunciar que ha abierto los pasos fronterizos y agilizado las gestiones para aumentar los actuales 3.000 retornos diarios hasta 20.000. “El fuerte viento de cambio en Siria será beneficioso para todos los refugiados sirios. A medida que el país gane estabilidad, los retornos voluntarios aumentarán y su añoranza de trece años por su tierra natal llegará a su fin”, proclamó Erdoğan, tras mantener una serie de conversaciones telefónicas por separado con la jefa de la UE, Ursula von der Leyen; el jefe de la OTAN, Mark Rutte; y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. El líder turco dejó claro su objetivo: “La reconstrucción de Siria acelerará su regreso”.

Con 900 kilómetros de frontera con Siria, Turquía es el país que más refugiados ha recibido, albergando a 3,6 millones de sirios. Desde 2016, más de 737.000 han regresado “voluntariamente” a Siria, aunque se han documentado devoluciones forzosas que violan las leyes internacionales. Según ACNUR, la guerra civil siria desató una oleada de 6,3 millones de refugiados. Aparte de Turquía, la mayoría se refugió en otros países vecinos como Jordania, Líbano, Irak y Egipto. Otro millón fue a parar a Europa, lo que en 2015 se catalogó como una “crisis de refugiados”: unos 600.000 en Alemania, y el resto en Suecia, Austria, Grecia, Países Bajos y Francia. EEUU aceptó unos 50.000, Canadá 35.000 y Australia 30.000. España acogió mil.

Desde el fin de semana, en el paso turco de Cilvegözü, a 50 kilómetros al oeste de Alepo, se divisan masas de refugiados ansiosos de regresar a su país. El domingo lo cruzaron unos 400 sirios, y ya eran 800 el lunes a mediodía, según Turkey Recap. “La magnitud de este retorno sería histórica, la mayor repatriación de refugiados que se haya intentado en la era moderna, y cualquier fallo en el proceso podría tener consecuencias catastróficas”, subraya el-Nahhas.

Los sirios se han convertido en objetivo de la xenofobia en muchos países de acogida, tanto en Turquía como en la UE. Según el sociólogo Hein de Haas, el discurso político ha amplificado el miedo usando términos como “invasión” de refugiados sirios y, aunque la cifra era significativa, también era manejable, asegura. En Los mitos de la inmigración, De Haas analiza las causas de la creciente aversión hacia estos refugiados, que suelen convertirse en chivos expiatorios durante las crisis económicas, por problemas que los políticos no son capaces de solucionar, como el desempleo, los bajos salarios o la presión sobre los servicios públicos.

Siguiendo este patrón, Erdoğan, que abrió la puerta en 2011 a los sirios con el error de cálculo de una guerra breve, los usó en 2015 como moneda de cambio con la UE, que desde 2016 ha aportado 11.500 millones de euros para mantenerlos fuera de sus fronteras. La población turca, asfixiada por las políticas económicas disparatadas del líder, culpa de su pobreza a los sirios, que cada vez más sufren ataques racistas.

“Llegué a Berlín hace poco, ya no podía soportar el racismo en Turquía, era muy peligroso. Aquí también hay, pero menos”, explica a este diario Kinda, una joven siria que vivía en Estambul antes de decidir huir por miedo a la creciente xenofobia. Ahora duerme en una tienda de campaña y mira con cautela la evolución tras la caída del régimen en su país. “Sentí alegría el primer día, pero ¿cuál es la realidad? Hay un grave caos de seguridad, los estúpidos yihadistas han tomado el poder, e Israel está asaltando Damasco. ¿Qué deberíamos hacer? No lo sabemos”.

Sin embargo, muchos de estos sirios han demostrado un increíble espíritu empresarial, y han creado 11.000 empresas de hostelería, textiles o tecnológicas que representan un 2% de las de nueva implementación en Turquía. Los refugiados regresarán en función de su estatus social y de su dinero. “Si es un refugiado que vive en una tienda de campaña y recibe un pésimo subsidio, no lo pensará dos veces. Volverán a un lugar donde son bienvenidos, pueden trabajar fácilmente y no hay barreras lingüísticas”, explica a EL ESPAÑOL el analista Raphael Machalani. El 67% de los sirios en Líbano sufre necesidad alimentaria, y el 90% en Turquía no puede cubrir sus necesidades básicas, según ACNUR.

Los refugiados más educados y acomodados probablemente se convertirán en migrantes regulares, manteniendo un vínculo con Siria, pero sin apresurarse a regresar de inmediato. Ejemplos como Idlib muestran su capacidad para autogobernarse y establecer infraestructuras sostenibles, agrega este analista, quien sugiere un cambio cultural en cómo se perciben los refugiados en sus países de acogida.

El obstáculo principal para el retorno es la ausencia de una hoja de ruta clara y la inestabilidad de una Siria atomizada. “Desafortunadamente, todo lo que se habla hasta ahora por parte del enviado especial de la ONU para Siria (Geir Pederson) es de la Resolución 2245 de 2015, que ya está totalmente obsoleta. Lo que necesitamos es una nueva solución política basada en la realidad actual, ya que los hechos sobre el terreno han cambiado radicalmente”, aconseja el-Nahhas.

Sin un proceso definido, las devoluciones masivas podrían colapsar la infraestructura de un país devastado por el conflicto. Siria carece de las instalaciones económicas, legales y de seguridad necesarias para recibir a millones de desplazados. “Es urgente diseñar un proceso político, establecer un organismo que gestione el retorno y garantizar un entorno seguro”, afirma el-Nahhas, comparando la situación con Bosnia y destacando lecciones del Acuerdo de Dayton. “Necesitamos evitar un ciclo de desplazamiento continuo, el retorno debe ser sostenible y digno”. Sin estos elementos, cualquier intento de repatriación podría resultar caótico y generar nuevas crisis humanitarias.

La volatilidad actual también plantea riesgos graves. Figuras como Abu Mohamed el-Julani, líder de Hayat Tahrir el-Sham (HTS), podrían intentar consolidar un modelo autoritario islamista bajo su control. Este riesgo se suma al de un posible desmembramiento del país en una federación de regiones autónomas, cada una bajo la influencia de actores externos. El regreso de los refugiados no solo depende de la reconstrucción física, sino de garantizar un sistema político inclusivo que evite nuevas fracturas. “Un modelo autoritario o una federación desequilibrada no serán soluciones sostenibles para Siria ni para los sirios que anhelan estabilidad y paz”, concluye el sirio-español.



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