Hay objetos fundamentales para la higiene corporal. Aunque tal vez ninguno sea tan importante en nuestro día a día como las esponjas de ducha. Pero, ¿realmente llevamos a cabo una buena higiene cuando nos duchamos?
Las esponjas tienen algunas características que las hacen ideales para que crezcan muchos microorganismos que pueden ser perjudiciales para nuestra salud.
Después de la ducha, colgamos la esponja o la dejamos ahí mismo. Húmeda, con restos de nuestra piel y con muchas bacterias que hemos arrastrado al frotarnos.
Es verdad que el gel de ducha tiene como uno de sus objetivos destruir las bacterias, pero no todas mueren con él.
Las esponjas pueden ser una «fiesta de microorganismos»
Las esponjas son un entorno gigantesco para las bacterias y puede contener diminutos recovecos donde no llega suficiente jabón como para matar todos los gérmenes. Esto ocurre especialmente si es una superficie rugosa o porosa, como todas las esponjas suelen ser.
Al ocurrir esto, las bacterias vuelven a crecer por toda la esponja fácilmente apoyadas por la humedad y los restos de queratina de nuestra piel.
Pero no solo bacterias. Las esponjas pueden ser colonizadas por una gran variedad de hongos como mohos y levaduras.
- Una «fiesta de microorganismos» que puede tener como efecto problemas para nuestra salud.
Al ducharnos con una esponja así de contaminada, realmente no estamos haciendo una buena limpieza. Habrá microorganismos que sobrevivan al gel y lleguen a nuestra piel.
- El problema más pequeño que puede aparecer es que rápidamente empecemos a oler mal otra vez.
- Pero muchos de estos microorganismos también son capaces de ocasionar enfermedades de la piel, como foliculitis.
- Y también se han documentado enfermedades en otros lugares, como otitis.
Para evitar esto, aquí van unos consejos que nos permitirán tener una mejor higiene con las esponjas:
Aclarar bien y secar después de cada uso
La humedad es la causa principal de que haya tantos microorganismos en las esponjas. Pero también el “alimento” que dejamos en forma de queratina y células de la piel.
- Para evitar la proliferación de gérmenes, debemos aclarar bien la esponja después de ducharnos.
- Una vez aclarada, deberíamos dejar que la esponja se seque completamente.
- No es conveniente dejarla colgada en la ducha, por ejemplo, ya que la esponja estará permanentemente en un ambiente húmedo como es el baño.
Limpiarla cada semana en agua con un poco de lejía
Como hemos dicho, las esponjas son un ambiente con muchos escondites para las bacterias. Pero la lejía es un arma potentísima y, con suficiente tiempo, puede alcanzar todos los rincones y desinfectar bien la esponja.
Si una vez a la semana metemos la esponja en un cubo de agua con un chorrito de lejía durante cinco minutos, los microorganismos morirán.
Cambiarla regularmente, todos los trimestres
Es uno de los consejos más importantes. Las bacterias se van acumulando con el tiempo en la esponja, especialmente si no le hacemos una desinfección profunda de vez en cuando. Además, con el tiempo la esponja pierde capacidad para crear espuma, lo que impide llevar a cabo una buena higiene.
Cada pocos meses, como mucho 3 o 4, deberíamos cambiar de esponja.
Evitar usarla en zonas rasuradas hace pocos días
Las zonas recién rasuradas con cuchilla suponen un punto de entrada muy fácil para los microorganismos. La piel está irritada y la epidermis dañada, lo que favorece infecciones.
En estas zonas es mejor no utilizar la esponja durante los primeros cuatro o cinco días.
Por su parte, podemos limpiar la zona solo con agua, aplicando el gel directamente y frotando con la mano, o utilizando pastillas de jabón.
No usar esponjas muy traumáticas ni frotar muy fuerte.
Si frotamos muy fuerte o utilizamos esponjas que sean muy ásperas, irritaremos la epidermis.
La razón es la misma que en el consejo anterior. Si causamos una irritación en la piel aumenta el riesgo de problemas como la foliculitis infecciosa.
Por ello, es mejor evitar esponjas abrasivas como las luffas o las tan extendidas mallas de nylon.
Y estos dos tipos, especialmente las luffas, han demostrado ser un ecosistema de microorganismos peligroso si no se realiza una buena higiene.
En definitiva, si queremos exfoliarnos es fundamental que lo hagamos con esponjas limpias y bien cuidadas.
Pero no olvidemos que una solución ideal para la higiene es utilizar pastillas de jabón. Porque con ellas podrías evitar el uso de las esponjas, que si no las cuidamos bien podrían ser en sí mismas un ambiente propicio para las bacterias.
Además, ahorrarás espacio en la ducha y utilizarás menos envases plásticos.