Hace diez años, la Junta de Andalucía se comprometió a implementar un plan de acción que revirtiera, de manera inmediata, la insostenible situación a la que se encuentra sometido, desde hace décadas, el Parque Nacional de Doñana.
Sin embargo, de las setenta y siete medidas contempladas en el plan, apenas se han implementado. Tan solo el 23 % de ellas se han puesto en marcha, mientras Doñana sigue ahogándose.
La agricultura intensiva que rodea el parque, sumada a la sequía y la extracción ilegal de agua, acelera cada día la degradación de este entorno único en Europa. La situación ha llegado a un punto crítico, especialmente evidente durante los últimos veranos, cuando algunas de las principales lagunas permanecieron completamente secas.
Es ahora, más que nunca, el momento de alzar la voz y exigir el cumplimiento de los compromisos adquiridos en 2014. Porque, si no actuamos, solo quedará el arrepentimiento.