La Unión Europea de Radiodifusión (UER) ha anunciado este jueves, 12 de diciembre, la lista de los 38 países participantes en Eurovisión 2025, entre los que se encuentra Israel. Este anuncio llega tras un 2024 marcado por la polémica en torno a la participación del país de Oriente Medio, en un contexto de tensión internacional que impactó directamente en la celebración del festival.

La participación tras la controversia

La edición de 2024 pasó a la historia como una de las más convulsas, envuelta en protestas y boicots provocadas por la presencia de Israel en Mälmö, Suecia. Representantes de países como Irlanda, Portugal y Suiza manifestaron su descontento con gestos simbólicos y declaraciones en público. Incluso hubo prohibiciones relativas a la exposición de banderas palestinas, intentando evidenciar el descontento hacia la posición de Israel en el conflicto desatado con su país vecino.

A pesar de la tensión, la representante israelí Eden Golan logró un quinto puesto, sumando 323 puntos del televoto gracias a su tema Hurricane. Alrededor de esta participación, el público más afín a Israel se organizó para votar e intentar encumbrar su propuesta a lo más alto; de hecho, logró el triunfo del voto popular.

 

Un nuevo código de conducta para garantizar el respeto

El anuncio de la participación de Israel en Eurovisión 2025 coincide con la implementación de un código de conducta y protocolo que busca asegurar un ambiente de respeto y apoyo durante el certamen. Este código incluye medidas como estas:

  • Prohibición de grabaciones en zonas privadas: Los artistas contarán con espacios de descanso libres de cámaras para garantizar su privacidad.

  • Figura del ‘productor de bienestar’: Este nuevo rol actuará como enlace entre los artistas y la organización para proteger su entorno.

  • Ensayos a puerta cerrada: Se priorizarán para minimizar la presión pública y fomentar la concentración.

  • Flexibilidad horaria: Los participantes tendrán más tiempo para disfrutar de la ciudad anfitriona.

Estas medidas fueron anunciadas como un intento de proteger a los artistas, pero también evitar la  instrumentalización del Festival como plataforma política. Una acusación prácticamente inherente a Eurovisión desde el origen de los tiempos y que, a juzgar por lo ocurrido en los últimos años, se convierte en una etiqueta muy difícil de eliminar.

Comparaciones con la expulsión de Rusia

La decisión de mantener a Israel en el certamen sigue generando comparaciones con la expulsión de Rusia en 2022, tras consumar la invasión a Ucrania. En ese caso, la UER actuó con rapidez, prohibiendo la participación del país en menos de 24 horas. Una decisión que contrasta con las decisiones que se han implementado respecto a Israel en particular y a los criterios frente a los conflictos en general.

Un festival renovado incapaz de evitar la polémica

Con la coyuntura internacional y las tensiones entre países, Eurovisión 2025 pretende convertirse en un punto de inflexión en la historia del concurso. Y es que con estas medidas, la intención pasa por evitar que la política ensombrezca la fiesta musical más querida para todo un continente. Ahora, la clave es que se respete el entorno y, sobre todo, impedir que se repitan episodios como el acoso a periodistas españoles por parte de prensa de Israel, como ya ocurriese hace un año.

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