El tiempo de Paco López en el Cádiz CF parece consumido. Y duele decirlo, muchísimo, porque hablar del actual entrenador amarillo es hacerlo de un hombre de fútbol educado, respetuoso, sincero y hasta valiente. Con una idea de juego atractiva que ha triunfado en varios equipos, con los que ha tocado el cielo. El entrenador de mayor prestigio de la categoría, si bien todo lo anterior no vale hoy por hoy en un Cádiz que es carne de descenso.

Porque lo que Paco quiere de este equipo no lo está consiguiendo. Y ya van 17 jornadas, un tiempo más que prudencial para que se vean cosas en un conjunto que ha perdido casi la mitad de los partidos disputados y solo ha sido capaz de ganar la rídicula cifra de cuatro encuentros. La idea de Paco no ha calado, el equipo es una verbena defensiva y solo vive de la inspiración ofensiva de Ontiveros y alguno más. Es un equipo plano que se ha agarrado a dos partidos sin recibir de manera milagrosa para pensar que ya se había recuperado. Un equipo que a las primeras de cambio se cae y se desvanece del campo, sin fortaleza mental y sin la aptitud necesaria para conseguir objetivos serios esta temporada. Incapacidad para aguantar un revés o mantener el tipo tras un buen comienzo de partido. La primera parte del Cádiz fue muy buena, sin gol, pero buena. Tras el descanso, se vio un equipo sin la mínima vergüenza para mantenerse en el campo, a pesar de tener incluso la suerte del arbitraje de su lado.

El peligro del descenso es muy real, bastante. Solo falta que lo termine de ver Manuel Vizcaíno. El presidente entiende que echar a Paco es una equivocación, y sin que esa tenga que ser la solución porque nadie sabe nada del futuro, está claro que hoy por hoy el Cádiz es un equipo que cada vez más huele a fracaso y por ende a descenso. El choque ante el Deportivo, un rival mediocre que vive de dos jugadores, fue una muestra más de que ahora mismo el Cádiz es uno de los peores equipos, de largo, de la categoría. No hay más.

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