Si en algo se diferencia Elio Sagüés (Madrid, 1985) de Dante en La Divina Comedia es que él no desciende a los infiernos, viene de ellos y los radiografía. Lo hace para contarnos “la dimensión de las arcadas” de los que se despiertan todas las mañanas sabiendo que no hay nada reservado para ellos. Toffana, indexado en el mundo para narrar lo que ocurre. Puesto para el veneno en todas sus ramificaciones. Vaqueros, polo y gorra en un Aluche aún raquítico por la heroína y el desempleo.
Veinte años después, el rapero presenta en la Sala La Paqui de Madrid su especial dedicatoria a una vida montado en el rap. El concierto del próximo sábado 30 de noviembre acogerá a los de antes, los de ahora, y los del camino, en un homenaje a la particular trayectoria de Toffana hasta llegar a su último álbum, Aliens (2024). No es fácil sintetizar dos décadas de música en un evento de unas horas, pero el rapero madrileño promete intentarlo de la mano de artistas de la talla de Dano, Ill Pekeño, Ergo Pro, Israel B, Santa Salut, Recycled J o Sule B para recordar la ruta. Y mira que ha llovido.
El primer veneno
Su primer EP en solitario, Jóvenes bajo presión (2006) le sitúa en el mapa del underground madrileño y formula a Elio como joven promesa del rap. Dedicado a todos los chavales a los que nadie recogía en la puerta del colegio, este es un álbum al que volver de manera casi cíclica, ya sea por lo que significó para el panorama del momento o por la vigencia de las barras exudadas desde las calles del barrio.
Más tarde, Elio se une a Dano, Kael y Tony Karate para formar su propio sello en la calle. Juntos integran Acqua Toffana, y después -en 2012-, de la mano de nuevas incorporaciones, el colectivo Ziontifik, un proyecto ambicioso y multidisciplinar que mira en otras direcciones más allá de la música y que une a sus integrantes por su forma de distinguir las leyes establecidas en la órbita del rap y el hip hop. A esta comunidad Toffana aporta su particular ‘españolización’ del estilo francés bajo los códigos urbanos del sur de Madrid.
El Veneno (2009) es el álbum en el que Acqua Toffana se erige. Parece que la imagen de portada de este proyecto vaticinó el futuro. Kael y Elio liderando una horda de chavales en un descampado de Las Águilas ahora nos encaja con la gesta que llegó después, la de llenar de conceptos, ideas y estilo el solar a medio construir que era el rap español unos pocos años antes de que esta generación desembarcara en la industria que no era industria.
Viajes en el tiempo y el espacio
En 2016, llega Espíritu de nuestro tiempo, dónde encontramos una voz más madurada, que sin alejarse del barrio, sí reflexiona a través de esquemas novedosos e hilos de pensamiento que rozan lo filosófico. Pocas colaboraciones -la mayoría con su productor, Dano-, muchas preguntas y varias referencias a una carrera propia que toma forma. Este álbum de 11 canciones fue dar un paso al frente como artista, poniendo a Ziontifik en el foco.
Después de varios años de parón y con una pandemia de por medio, Toffana regresa al solitario editando Serie 5 (2021) y Shock Wave (2022) de forma consecutiva, estableciéndose como la figura que hoy es, insistiendo en una misma forma de trabajar, luciendo «rap para raperos» a otro nivel. Al primer de ellos el propio Toffana lo definía como «un viaje en el tiempo», a través de un estilo noventero que enarbola el madrileño, un código cultural del rap y el hip hop clásicos mezclados con el olor a goma quemada y humo.
Shock Wave, su séptimo álbum de estudio, es un golpe de realidad en la cara. Algo violento, poderoso, pero con fondo. Las colaboraciones vuelven a ser recurrentes, como ya lo eran en su predecesor inmediato, por lo que somos testigos de una apertura. La Albany, Ergo Pro, Ill Pekeño o Hoke comparten temas con alguien ya más que instalado en el pico del iceberg en el que se enmarca Aliens (2024), el disco que llega a las salas de Madrid en forma de odisea.
Madrid: La herencia y el miedo
Lo que resulta inamovible es que de Madriz es el legado que recoge Toffana, la herencia de la pena, la droga y el rap. Toda su experiencia se acumula en el callejero de la capital, ese que se menciona en DEDO <3, uno de los temas de Shockwave, junto a Toteking. En esta colaboración, Toffana reserva un hueco para Calle Tembleque, Maqueda, Fanjul, Camarena, Calle de Seseña y Avenida de la Aviación, como guiño al barrio de Aluche y Las Águilas donde se crió y a día de hoy continúa viviendo.
La capital ha sido el escenario en el que el rapero ha intervenido. Primero, diseccionando en canciones la vida de los chavales estabulados en el sur de la ciudad, y después operando en el panorama del rap madrileño como un cirujano, para abrir un camino diferente al que se había establecido en los primeros años de los 2000, cuándo parecía que toda la escena urbana miraba en una sola dirección. La trayectoria personal y profesional de Toffana se funden en su banda sonora con las calles de Madrid como excusa.
Un punto diferenciador de su figura es la estética. Influenciado por el rap francés, Elio no viste sudaderas anchas ni pantalones baggy, sino que estiliza polos estrechos de Lacoste combinados con Nike TN. Ralph Lauren y Tommy Hilfiger paseados por las calles del barrio. Toffana, maniobrando en el gimnasio de Las Águilas pero con cadenas al cuello. Ese ese estilo basado en lo americano y que rompe con lo que hasta hace relativamente poco representaba a los rappers españoles, el que le ha servido como otro vector más en un sello de identidad, que arrastra desde hace dos décadas.