La lucha del feminismo católico para lograr más igualdad entre hombres y mujeres en la Iglesia suscita desde hace ya años feroces posicionamientos de los líderes del sector conservador eclesial. Nunca antes ese choque había sido tan evidente. Y nunca antes la posibilidad concreta de cambios estructurales dentro de la institución había estado tan al alcance. El principal dato que ilustra este fenómeno es que el párrafo más divisivo del documento final del Sínodo de octubre fue el que afirma que «no hay motivos que impidan a las mujeres asumir roles de liderazgo» en la institución. De los 350 participantes, 97 no respaldaron esa idea. 

Fuente