David Puchades, un joven de 21 años de Algemesí (Valencia) con parálisis cerebral, ha necesitado 28 días para volver a disfrutar de su rutina diaria tras el paso de la DANA por esta localidad el pasado 29 de octubre. Este vecino, que vive en una sexta planta, todavía no había podido salir a la calle, ya que las inundaciones en este municipio provocaron daños en el ascensor de su edificio, los cuales todavía no han sido reparados.
David había permanecido encerrado en su casa desde el pasado 28 de octubre, momento en el que acudió por última vez al centro de día de Albal. Tras varias llamadas de auxilio por parte de sus padres, los miembros de Cruz Roja han acudido por primera vez este lunes a su domicilio para poder sacar a este joven en silla de ruedas de su casa con el fin de que pueda acudir al centro de día AVAPACE Anna Lluch en Albal. «No podíamos dejar sólo en casa a David, por lo que nos condicionaba la vida», explica su madre, Amparo Miquel, quien temía no sólo por un deterioro en su salud física, sino también mental. Amparo recuerda que ese 29 de octubre, y tras la suspensión de clases en Algemesí, ellos (ambos son profesores) decidieron que no acudiera al centro. «Fue una decisión acertada porque está situado cerca del barranco, por lo que se hubieran quedado atrapados», explica.
Desde ese día, David ha permanecido en su casa encerrado. «Ha vivido esta situación con mucho estrés porque lo ha visto todo desde el primer momento. Además, no hemos podido estar con él porque primero tuvimos que bajar a quitar barro y luego nos tocó regresar a nuestros trabajos», indica Amparo. Añade que «durante los primeros días él entendía la situación, pero a partir de la segunda semana era desesperante porque necesitaba retomar su rutina y no sabíamos como poner solución a este problema, que también estaba afectando a sus hermanos».
Ante esta desesperada situación, los propios miembros del centro AVAPACE acudieron en varias ocasiones a su domicilio para prestar el servicio y, además, se pusieron en contacto con el Ayuntamiento de Algemesí. «Ellos tenían otras prioridades que son totalmente comprensibles, por lo que buscamos otras vías porque este encierro estaba afectando a su salud mental y se pasaba todo el día gritando porque quería y necesitaba salir. Contactamos con Cruz Roja y nos dijeron que el lunes estaban aquí», agradece la madre, quien reconoce que la situación se había vuelto «insostenible».
El pasado lunes, los miembros de esta organización se personaron en la vivienda a primera hora de la mañana para mover a David. En ocasiones, lo hacen de manera manual y en otras con la ayuda de una silla oruga eléctrica. «A las 9 h lo bajamos a la calle, va al centro de día y regresa a las 17 h, que lo volvemos a subir a su casa», explica Carlos Marín, miembro de Cruz Roja. Reconoce que esta situación había comportado que David sufriera crisis de ansiedad y no pudiera dormir por las noches. «Sus padres no podían bajarlo por el peso del joven y porque se encuentran trabajando. Su madre nos contaba la necesidad de tener operativo el ascensor», indica Marín, quien añade que «estaremos aquí hasta que solucionen este problema».
En este sentido, Amparo agradece la implicación. «Parece una tontería no tener el ascensor reparado, pero a mucha gente le condiciona esta situación. Aquí también viven muchas personas mayores o con dificultades para desplazarse», denuncia Amparo, quien reclama que «estamos desesperados porque no nos dan una fecha de reparación».
La madre reitera su agradecimiento a Cruz Roja, ya que, en sus palabras, «han sido una salvación». «Gracias a ellos David ha vuelto a sonreír porque se pasaba el día gritando», concluye.
