El restaurante El Ventorro, en Valencia, ha perdido un cliente y ha ganado una popularidad no deseada. En el micromundo del poder, en ese espacio donde intersectan las esferas de la política, la economía y los periodistas mejor ubicados, lo último que se busca es perder aquello que en locales como este es un producto siempre de temporada: la discreción.
A su pesar, este restaurante se ha convertido en otro protagonista de la DANA. Un lugar que ninguna de las múltiples cronologías de ese día puede esquivar. El negocio se ha destapado como uno de esos puntos neurálgicos del poder —de cualquier signo ideológico, pero casi siempre masculino— tras conocerse que es allí donde Carlos Mazón pasó buena parte de la tarde del 29 de octubre. Tras unos días en shock, el local ha recuperado su trajín habitual y no acusa los salpicones del escándalo. Los reservados vuelven a llenarse, pero Mazón no ha vuelto por allí.
Los hay que acuden a alimentar su ego y ser vistos en este templo de la relevancia social y económica, pero la privacidad ha sido la principal seña de identidad de este local desde poco después de su nacimiento en los años 60. Situado cerca del corazón financiero de la ciudad, sus reservados se construyeron ante la necesidad creciente de apartar de los ojos de los clientes de a pie las muchas transacciones que se han cerrado allí.
El Ventorro no tiene carta. Es uno de esos restaurantes «de proximidad» y «de cuchara» en los que el menú —de unos 50 euros por persona sin bebida— se canta en base a la compra del día. No abre fines de semana y sólo sirve comidas. Eso sí, no hay problema en alargar las sobremesas. Llegado el momento, Alfredo Romero cierra la entrada y los clientes pueden extender sus charlas hasta bien entrada la tarde con total privacidad. No es extraño que los diferentes grupos acaben uniéndose o intercambiando comensales.
A diez minutos del Palau de la Generalitat
La tarde de la dana, en la que Mazón comió en uno de esos reservados con la periodista Maribel Vilaplana, la invitada abandonó el local sobre las 17.45 horas y Mazón no llegó al Palau hasta cerca de las 18.30 horas, por lo que podría haber alargado algo más su estancia en el local, a poco más de 10 minutos de su despacho.
No era ni mucho menos la primera vez de Mazón en El Ventorro. Tras alcanzar el liderazgo del PPCV y antes de llegar al Palau, un alto cargo popular de Valencia le cedió su domicilio, muy próximo al restaurante, y le presentó a Alfredo. Allí Mazón celebró sus primeras reuniones de toma de contacto con periodistas de la ciudad. Más recientemente ha encarrilado nombramientos delicados, como el de Eduardo Beüt para la Agencia Antifraude. También sondeó a otros candidatos ante de Vilaplana para dirigir À Punt.