El tramo de la autovía A-3 entre Buñol y Chiva se convirtió para centenares de vehículos en una auténtica ratonera la tarde del 29 de octubre. Cuatro personas perdieron la vida, entre ellas un niño de cinco años, pero el lugar podía haberse convertido en un auténtico cementerio de no ser por la actuación de seis agentes del cuartel de la Guardia Civil de Buñol, que se jugaron la vida para rescatar en el menor tiempo posible al mayor número de personas. «Lo más duro es ver que hay un autobús con mucha gente atrapada y la frustración que genera no poder llegar hasta ellos, en ese momento no valoras poner en riesgo tu integridad», confesaba ayer el agente Alberto Blasco.