Las mujeres están expuestas a sufrir violencia solo por ser mujeres. Lo están en el mundo físico, pero también en el digital. Porque el daño puede manifestarse de muchas formas y en muchos espacios diferentes, como en el cuerpo y en la mente, pero también en lo social, sexual o económico. Cuando a esa violencia machista se une el componente LGTBIfóbico, el riesgo es todavía mayor.
«Las personas LGTBI+ siempre hablamos de que llevamos una mochila, un objeto cargado de violencias estructurales que, al final, nos repercute es nuestro desenvolvimiento vital. En el caso de las mujeres, no solo pesa más, sino que es silenciosa, porque nos han enseñado a no quejarnos, e invisible, porque nuestra sexualidad siempre lo es», apunta Ángeles Blanco, abogada y vocal de Delitos de Odio de la Federación Estatal LGTBI+ (FELGTBI+).
En el estudio de Estado LGTBI+ 2024 se muestra que el factor de identidad LGTBI+ ha sido determinante en cuanto a los actos de odio en el último año. El acoso es más numeroso es en personas trans (36,7%) -muchas veces en mujeres- y lesbianas (29,5%).
También la mayoría de las personas del colectivo que sufren discriminación forman parte de la ‘T’ (43,7%) y la ‘L’ (28,5%). Estas últimas, en el plano educativo, son las que reciben más actos de odio (34,9%).
A esos se le suma que, según datos inéditos de la federación, el riesgo de sufrir agresiones en el entorno laboral es cuatro veces mayor en mujeres LTBI+ que en hombres del colectivo.
Violencia sexual
Las agresiones físicas o sexuales también son más prevalentes en personas trans (18,5%) y asexuales (11,6%), seguidas de lesbianas (10,50%). «Sorprende mucho que, incluso en esto, las mujeres lesbianas estemos en el segundo lugar con un 13,4%. El imaginario social te lleva a las personas trans y a los gais, pero la realidad no es esa», añade Blanco.
La violencia sexual, asegura la vocal de Delitos de Odio de la FELGTBI+, es demasiado común para muchas de ellas. «La violencia digital sexual, ese ‘te hace falta un pollazo’, está muy presente a lo largo de la vida de las mujeres lesbianas», asegura. Sobre todo, en aquellas que tienen pluma, y que muchas veces optan por la invisibilidad para escapar del rechazo que sienten «incluso en aplicaciones para ligar».
En el caso de las mujeres bisexuales, «lo más destacable es que no son vistas ni siquiera como sujetos, sino como objetos de deseo sexual». Por su parte, las mujeres trans «viven un cuestionamiento social constante desde todos los sectores». Ellas son las que más insultos y mensajes de odio reciben en las redes sociales, muchos por parte de colectivos transexcluyentes (53%) y otros tanto de la extrema derecha (47%).
A eso se le suma que el número de mujeres que, tras ser agredidas y querer denunciar, no contaron con el apoyo de la familia se duplica con respecto a los varones. «No se puede hacer una agenda feminista sin tener en cuenta la posición de partida de cada una de las mujeres, porque al final las violencias nos atraviesan a todas», resume Blanco.
Violencia de género
Además, las mujeres del colectivo también pueden vivir violencia de género o doméstica, que a veces va ligada a su propia identidad u orientación sexual.
Marta Talavera, profesora de la Universidad de Valencia e investigadora de estudios de género, explica que, en estos casos, «la pareja, en muchas ocasiones, tiene un doble papel: el que dan de cara a la sociedad y el que dan en las relaciones íntimas».
«Nos hemos encontrado que ese tipo de parejas tienen un cierto poder cuando la otra persona no ha dado a conocer su situación en las comunidades, por ejemplo en la familia. Esa otra persona tiene entonces el poder de chantajear, por ejemplo, con el tipo de relación que quiere, incluso a nivel sexual», explica.
En esas situaciones, la pareja tiene la capacidad de poder y de controlar, mientras que la víctima crea dependencia. «Se encuentran muchas veces asumiendo roles de pasividad», señala.
En esos casos, cuando la persona LGTBI+ sale del armario, la otra pierde ese poder que ostentaba. Muchas terminan por romperse.
Pide ayuda
El 016 atiende a las víctimas de todas las violencias contra las mujeres. Es un teléfono gratuito y confidencial que presta servicio en 53 idiomas y no deja rastro en la factura. También se ofrece información a través del correo electrónico [email protected] y asesoramiento y atención psicosocial mediante el número de Whatsapp 600 000 016. Además, los menores pueden dirigirse al teléfono de ANAR 900202010.
Las víctimas de maltrato sordas, con discapacidad auditiva, ciegas o sordociegas pueden llamar al 016 con 900 116 016, SVisual, ALBA, Telesor, ATENPRO y la app PorMí. Todos los recursos contra la violencia de género.