Colocar un simple ‘like’ en un ‘post’ en el que se critica vagamente al régimen del dictador Aleksándr Lukashenko; garantizar los envíos de comida a presos que cumplen pena por motivos políticos, aunque se trate de familiares necesitados; tener en el teléfono material o escritos que un simple agente de policía en la calle pueda considerar como sospechosos o extremistas… Estas son solo tres de las razones que pueden llevar a la cárcel, hoy en día, a cualquier ciudadano de a pie en Bielorrusia, según denuncian activistas opositores que han podido abandonar el país. Con la atención de los medios de comunicación occidentales centrada en la guerra que está desarrollándose en la vecina Ucrania, la feroz represión desencadenada en la pequeña nación eslava, donde cientos de miles de ciudadanos salieron a la calle en agosto de 2020 para protestar tras unas elecciones presidenciales que tildaron de «falsificadas», está pasando prácticamente desapercibida ante la opinión pública internacional.

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