Presentado en la década de 1960, el Lockheed A-12 era un avión con tecnología avanzada, capaz de alcanzar velocidades superiores a Mach 3 y volar a alturas muy superiores a las de cualquier otro avión de su época. Este aparato, que más tarde evolucionó en el icónico Lockheed SR-71 Blackbird, fue diseñado originalmente para la Agencia Central de Inteligencia (CIA), con el objetivo de reemplazar los lentos aviones espía U-2 Dragon Lady, de los cuales la organización dependía en ese momento.
El SR-71 Blackbird destacó por ser pionero en tecnología de alta velocidad y gran altitud, y su historia es verdaderamente asombrosa. Este avión sirvió en la Fuerza Aérea durante décadas y fue uno de los logros más impresionantes de ingeniería de la Guerra Fría. Fue construido por la división ultrasecreta Skunk Works de Lockheed, y la información que proporcionó fue crucial en varios conflictos importantes.
Debido a sus capacidades avanzadas, no sorprende que múltiples agencias gubernamentales quisieran tener acceso a alguna variante del A-12 original. Entre los planes surgieron ideas para construir una versión capaz de portar un dron desmontable, otra que lo concebía como un bombardero estratégico de gran altitud, y un proyecto para convertirlo en el interceptor más rápido jamás construido. Este último, conocido posteriormente como el programa experimental de interceptor Lockheed YF-12, merece una mirada más cercana.
Durante las décadas de 1960 y 1970, la Unión Soviética continuaba invirtiendo significativamente en el desarrollo de aviones de combate y bombarderos de nueva generación. Los vuelos a gran altitud del avión espía Lockheed U-2 sobre su territorio inquietaban a los líderes soviéticos, lo que llevó a un esfuerzo intensificado por desarrollar aviones más rápidos y capaces de volar a mayores alturas.
El YF-12 como respuesta al poderío aéreo soviético
El rápido avance de la aviación soviética, en especial el desarrollo de bombarderos estratégicos supersónicos, generaba preocupación entre los líderes de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Estos temían no contar con un interceptor capaz de contrarrestar estas amenazas. Además, los soviéticos avanzaban hacia la creación de algunos de los aviones de combate más rápidos jamás fabricados, lo que requería una respuesta inmediata por parte de Estados Unidos.
El derribo del avión espía U-2 pilotado por Francis Gary Powers fue uno de los momentos más humillantes para Estados Unidos durante la Guerra Fría. Esto reforzó la necesidad de contar con un avión interceptor que pudiera operar a mayores altitudes y velocidades, en respuesta a las amenazas soviéticas.
El Pentágono estaba al tanto de que la Unión Soviética estaba desarrollando un nuevo interceptor de alta velocidad y gran altitud, un avión que superaría a cualquier caza soviético anterior. Este programa permaneció en secreto durante los primeros años de la década de 1960, hasta que el Mikoyan-Gurevich MiG-25 Foxbat apareció en espectáculos aéreos occidentales, revelando su capacidad para volar a velocidades superiores a Mach 2,8 y a altitudes cercanas a los 80.000 pies.
La necesidad de un interceptor estadounidense que pudiera igualar o superar estas capacidades era clara. La Fuerza Aérea de Estados Unidos se puso a trabajar en la modificación de su mejor plataforma disponible, buscando reemplazar a los interceptores de alta velocidad de generaciones anteriores. Así comenzó el desarrollo del YF-12, una respuesta experimental a las crecientes amenazas aéreas de la Unión Soviética.
El YF-12: el sucesor propuesto para el interceptor Delta Dart
A finales de la década de 1950, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos identificó la necesidad de reemplazar al interceptor más avanzado que tenía en ese momento, el Convair F-106 Delta Dart, según The National Interest. Aunque el Delta Dart era capaz de alcanzar velocidades de Mach 2,3, su techo de servicio no satisfacía las demandas para contrarrestar las amenazas soviéticas de próxima generación.
El primer diseño previsto para reemplazar al Delta Dart fue el North American XF-108 Rapier, un avión que superaría Mach 3, pero el proyecto fue cancelado en 1959. Kelly Johnson, el jefe de la división Skunk Works de Lockheed, vio una oportunidad al proponer una variante modificada del A-12, que su equipo estaba desarrollando para la CIA, como el nuevo interceptor para la Fuerza Aérea. La Fuerza Aérea, preocupada por el avance de la aviación soviética, aprobó en 1960 la construcción de tres prototipos basados en esta propuesta.
El SR-71, conocido por sus velocidades récord, generaba temperaturas extremas debido a la fricción con el aire, pero los ingenieros desarrollaron soluciones que permitían al avión soportar el calor. Pronto, el avión modificado recibió la designación de YF-12A y necesitaba varias modificaciones para adaptarse como plataforma de lanzamiento de misiles aire-aire.
Entre las modificaciones más importantes, el morro del avión fue rediseñado para albergar un nuevo radar de control de tiro, que incluía sensores infrarrojos, según Air Force Magazine. Además, se añadió una cabina extra para el operador del radar. Sin embargo, estos cambios afectaron la aerodinámica del avión, lo que obligó a la adición de aletas para mantener su estabilidad.
Detalles técnicos y primeras pruebas del YF-12
Las modificaciones al YF-12 también incluyeron la transformación de los compartimentos de reconocimiento en muelles de lanzamiento para el misil aire-aire Hughes AIM-47 Falcon, de largo alcance y alto rendimiento. Algunas de las especificaciones del YF-12 incluían una velocidad máxima de Mach 3,35, un peso máximo de despegue (MTOW) de 140.000 libras y un techo de servicio de 90.000 pies.
El primer vuelo del YF-12 tuvo lugar el 7 de agosto de 1963, y el presidente Lyndon B. Johnson presentó oficialmente el prototipo el 24 de febrero de 1964. Sin embargo, se evitó mencionar el programa A-12, que seguía siendo estrictamente clasificado por la CIA. Más adelante en 1964, las demostraciones públicas del YF-12 se realizaron en la Base Aérea Edwards.
En 1965, el programa parecía encaminado al éxito cuando la Fuerza Aérea encargó la producción de 93 aviones F-12B, destinados a operar con el Comando de Defensa Aérea. No obstante, el secretario de Defensa, Robert McNamara, retrasó la financiación del proyecto varias veces debido a las limitaciones presupuestarias impuestas por la Guerra de Vietnam.
Al final de la década de 1960, quedó claro que los sistemas de defensa antimisiles tierra-aire de gran capacidad eran más efectivos contra los bombarderos soviéticos, lo que generó escepticismo sobre la necesidad de continuar con el costoso programa YF-12. En enero de 1968, el proyecto fue oficialmente cancelado y el F-12B nunca llegó a producción en serie. Según la NASA, dos de los prototipos del YF-12 fueron reutilizados para pruebas en el Centro de Investigación de Vuelo de la agencia.