Hace 12 años Álex sufrió un accidente con una hélice de paramotor que le dejó desfigurado el rostro. Recuerda que aquel fatídico día iba a hacer lo que más feliz le hacía: volar. Sacó la batería, la colocó en el paramotor y después de eso no recuerda nada.

Después del accidente estuvo un tiempo en coma. Tenía una pequeña amnesia y no se acordaba de lo sucedido. Al día siguiente de levantarse de la cama, su hermano le llevó a un espejo y le obligó a mirarse el rostro. Cuando se vio por primera vez recuerda que a parte de verse muy desfigurado tenía muchas grapas en la cara, apenas podía ver y había perdido el ojo derecho.

El accidente le hizo tocar fondo: «Cuando nació mi primera hija no sentí nada»

En el momento de su accidente su mujer Alejandra estaba embarazada. Cuando Álex salió del hospital había perdido 20 kilos y tenía la mandíbula atornillada. El primer año su rehabilitación fue muy difícil. Tenía problemas de control de impulsos por el golpe que habían sufrido en el lóbulo frontal y una especie de anestesia emocional que le impedía sentir. «Recuerdo que cuando nació Julia yo no sentí nada», cuenta.

La primer vez que volvió a reír fue un día en el que puso a su hija pequeña en el volate del coche. La pequeña rompió en carcajadas y le contagió ese sentimiento. Cuenta Alejandra, su entonces mujer, que Álex estaba estancado y enfadado con el mundo pero ella no le dejaba hundirse del todo. «En ese momento necesitaba tocar fondo y perderlo todo», cuenta Alejandra. Poco después del nacimiento de su segundo hijo, se separaron. Con el tiempo Álex se dio cuenta de que necesitaba hacer cosas por sí solo. «Creo que con el tiempo me siento muy afortunada de poder haberte acompañado en esa etapa», confiesa emocionada su exmujer, con la que aún hoy tiene una relación maravillosa.

«La sociedad siente rechazo cuando ve un rostro desfigurado»

Alonso Caparrós, colaborador de Espejo Público y autor del reportaje, señala que una parte del problema es la que tiene que ver con la sociedad. «Sienten rechazo ante un rostro desfigurado porque es una cuestión de supervivencia». Cuenta que para la pareja llegó un momento de su relación en el que ya no podían más. Ella estaba embarazada, luego tuvieron otro hijo, él no podía trabajar y aquello fue muy complicado. Cuando se separan él empieza a despegar, señala Caparrós.

«Cuando veo mi imagen antes del accidente me vienen muchas preguntas a la cabeza»

Todavía hoy cuando Álex ve una imagen suya de antes del accidente le vienen muchas preguntas a la cabeza como ¿qué tipo de hombre sería ahora? o la carga que ha supuesto para su familia su situación. Dice su mujer que aunque estaba muy deformado desde el día 1 salía a la calle y miraba a la gente a la cara. Muchas personas no le devolvían la mirada y desde el principio notó ese rechazo.

Sobre el futuro, Álex lo tiene claro: «No veo el vaso ni medio lleno ni medio vacío, mientras haya agua me vale».


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