El Banco de España ha puesto cifras al aumento de la desigualdad entre los hogares. La institución ha publicado este miércoles un informe sobre la evolución de la riqueza y las deudas de las familias desde 2002, en el que se refleja cómo la brecha económica entre las más ricas y las de menos renta se viene ensanchando en las últimas dos décadas, sobre todo desde el estallido de la burbuja inmobiliaria. Así, el valor del total de viviendas y otros inmuebles propiedad del 40% de hogares de menor renta bajó un 16% entre 2007 y 2022, de 1,5 a 1,25 billones de euros. Por contra, el patrimonio inmobiliario del 10% de familias de mayores ingresos se incrementó un 7%, de 1,52 a 1,63 billones.
La caída del 16% del patrimonio inmobiliario de los hogares menos pudientes no se explica solo por los precios, ya que al cierre del año pasado estaban solo algo más de un 5% por debajo del nivel de 2007. Los datos, así, reflejan cómo el acceso a la vivienda en propiedad se ha complicado para dichas familias en los últimos 15 años. La crisis bancaria y la presión de las autoridades llevó a las entidades financieras a endurecer de los criterios de concesión de hipotecas para evitar los excesos que provocaron la burbuja. Desde entonces, se financia un porcentaje menor del valor del inmueble y por tanto hay que tener más ahorros. Y ello ha provocado que las familias propietarias de vivienda hayan bajado del 80,1% de 2007 al 75% de 2021, al tiempo que la población iba aumentando (un 5,2% hasta 2022).
Se trata de una cuestión particularmente relevante en un país como España, donde las propiedades inmobiliarias suponen el 69,5% de los activos de los hogares, por encima de otros países donde tienen más peso activos financieros como acciones o depósitos. Al calor de la burbuja, el valor del total de inmuebles propiedad de las familias se duplicó entre 2002 y 2007, de 2,85 a 6,27 billones de euros. El estallido posterior hizo que llegase a bajar un 33%, a los 4,19 billones de 2013. A partir de entonces comenzó a subir, tanto por el incremento de precios como del número de compraventas propiciado por la recuperación económica. Al cierre de 2022 se rozaba ya el nivel de 2007, sin tener en cuenta el efecto de la inflación (6,25 billones). Pero la distribución entre hogares por niveles de renta es bien distinta y da prueba del aumento de la desigualdad.
Desigualdad creciente
Así, el 40% de familias de menos renta ha pasado de acumular el 24% del patrimonio inmobiliario total de los hogares en 2007 al 20,1% en 2022, mientras que el peso del 10% con más ingresos aumentó del 24,3% al 26,1%. El del 20% de más renta -que incluye el anterior- se incrementó del 37,4% al 40,7%, hasta los 2,54 billones de euros. En cambio, el 40% de familias de rentas medias se ha quedado prácticamente en el punto de partida, tanto en cantidad (de 2,42 a 2,45 billones de euros) como en peso sobre el patrimonio inmobiliario total de los hogares (del 38,6% al 39,2%).
Otra forma de medirlo es en función de la riqueza neta de las familias (es decir, la diferencia entre el valor del total de sus activos de todo tipo menos sus deudas). En este caso, la desigualdad entre los más pobres y los más ricos es aún más pronunciada y ha aumentado todavía más. El 10% de las familias más pudientes una vez descontadas las hipotecas y demás créditos pendientes de pago posee el 36,7% de patrimonio inmobiliario de los hogares, frente al 32,3% de 2007. En el mismo periodo, el 50% de los hogares más pobres ha bajado su peso del 19,2% al 15,7%.
Cada vez más ricos
La deuda hipotecaria de las familias -84% de su endeudamiento total- ha bajado un 17% desde 2007, hasta rondar los 492.400 millones de euros al cierre de 2022. La caída en el 40% de hogares de menos renta (14%) ha sido muy superior a la experimentada por el 10% de familias de más ingresos (2%). La explicación de que los hogares ricos tengan un peso mayor en el patrimonio inmobiliario en función de su riqueza neta a pesar de la muy pequeña reducción de su deuda radica en que han aumentado de forma notable su patrimonio en otro tipo de activos, desde luego muy por encima del incremento registrado por las familias menos favorecidas.
Así, sus depósitos se han disparado un 98% desde 2007 (hasta los 314.375 millones), frente al alza del 62% del conjunto de hogares (1,02 billones) y del 34% de las familias de menos renta (155.164 millones). También han incrementado un 90% su inversión en fondos de inversión (hasta los 215.722 millones), más que la media (88%, a 386.600 millones) y los de menos renta (3,9%, a 28.608 millones). Y lo mismo ha pasado con las acciones, con un alza del 10,8% (a 71.500 millones), frente a la caída general del 20% (a 110.000 millones) y del 22% de los menos pudientes (a 5.280 millones). Además, estos últimos han disparado sus deudas no hipotecarias (un 46%, a 31.236 millones), mientras que los más ricos la han reducido (un 23%, a 32.443 millones). Un cuadro, en resumen, de creciente desigualdad.