«Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas, cuando recibe tantas aguas y corre tan furiosamente, que destruye cuanto encuentra…». Así empieza el relato de la primera de las 100 inundaciones documentadas del barranco del Poyo en los últimos 250 años. La crónica la firma el botánico Cavanilles en su obra Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, poblaciones y frutos del Reyno de Valencia (1795) y detalla la riada que en 1775 asoló Chiva.
Desde entonces hasta este trágico 29 de octubre esta rambla ‘furiosa’ ha registrado 100 inundaciones, según datos de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) difundidos por el Ministerio para la Transición Ecológica. Este promedio de 2,5 avenidas por año explica que el Poyo sea una área de Alto Riesgo Potencial Significativo de inundación (ARPSI).
De la inundación de 1775, el ilustrado valenciano cuenta que «causó muchísimas desgracias en Chiva, sorprendiendo a medianoche a sus vecinos; asoló un número considerable de edificios, esparciendo por más de dos leguas los tristes despojos y cadáveres de los pobres que no pudieron evitar sus muertes». Dos leguas equivalen a más de 11,1 km.
Dos siglos y medio después, la guadaña del Poyo se apunta su récord de vidas segadas con más de 200 «pobres que no pudieron evitar sus muertes». Las precipitaciones extremas desencadenadas por la DANA en la cabecera y zonas intermedias de esta rambla, cuya cuenca abarca 462 km2 desde la sierra de los Bosques y de Cabrera en Chiva y Buñol hasta su desembocadura en l’Albufera, dejó un acumulado de 491 l/m2 en 24 horas. Esta torrencialidad somete al barranco a un régimen de avenidas súbitas de tipo flash-flood capaces de generar enormes picos de crecida en una cuenca que recorre la Hoya de Buñol, el sur del Camp de Túria y gran parte de l’Horta Sud.
Los últimos cálculos ofrecidos este viernes por la CHJ de los modelos hidráulicos que está realizando para el día 29 de octubre, aunque todavía no son definitivos, ofrecen caudales punta de más de 3.500 metros cúbicos por segundo (m3/s) en el cruce entre el barranco del Poyo y la pista de Silla.
Por tanto, la última de las 100 inundaciones del Poyo no solo ha duplicado con creces el caudal estimado para una avenida con un periodo de retorno de 500 años (1.420 m3/s), sino que ha multiplicado por 10 el caudal medio del Ebro en Amposta (333 m3/s) y superado el del Nilo (2.830 m³/s).
Vulnerabilidad en aumento
Este enorme volumen de agua busco su salida natural hacia l’Albufera por «un espacio fluvial y unas llanuras de inundación que se han ocupado de manera desmesurada durante las últimas décadas», destacan fuentes de la CHJ. En un estudio de 2008 sobre la cartografía de la vulnerabilidad de la rambla del Poyo liderado por la catedrática de Geografía Física de la Universitat de València (UV), Ana Camarasa, ya se destacaba que el problemas de las inundaciones originada por la dinámica torrencial de este barranco «se ha agravado a medida que se iba produciendo la expansión urbana».
«Las mayores modificaciones territoriales tuvieron lugar a partir de los años sesenta. Enormes extensiones de huerta se transformaron en polígonos industriales y en nuevos barrios», se lee en el estudio, llegando algunos municipios «a conurbarse entre sí (Aldaia-Alaquàs, Sedaví-Benetússer-Alfafar)». El trabajo concluye que en la rambla del Poyo, los espacios más vulnerables a las inundaciones «durante el día están asociados a polígonos industriales y comerciales (en torno a los ejes de comunicación), y, por la noche, se limitan a las áreas residenciales».
Otro estudio de julio de 2014 para el Ayuntamiento de Aldaia de la Oficina Técnica TES sobre la inundabilidad del Sector PP4, una zona urbanizable al sur del centro comercial Bonaire, recoge 6 de las avenidas del Poyo más relevantes hasta entonces.
Después de la de 1776, la más mortífera fue la del mediodía del 28 de septiembre, que dejó tres muertos, un matrimonio y su hijo, en Chiva. «Los materiales de derribo y deshecho, que después de la Guerra Civil habían sido vertidos a la rambla, obstruyeron el cauce agravando la crecida», detalla el informe.
La crónica del diario Levante añade que en Chiva la riada destruyó «más de 10 casas» y que el matrimonio y su hijo «fueron arrastrados por la corriente al derrumbarse su casa. El padre fue hallado a más de 5 km», cifrando los daños «en más de 12 millones de pesetas» de aquella España de postguerra.
Otra de las inundaciones más graves fue la de la noche del 9 de noviembre de 1983, pues afectó a toda la cuenca. No se cobró vidas pero causó enormes pérdidas al inundar zonas industriales y residenciales de Chiva, Quart de Poblet, Aldaia y Riba-roja. Cortó las comunicaciones con Madrid al anegar la entonces N-III y la vía férrea Madrid-Cuenca en Aldaia. Solo en Chiva, según el diario Levante, la riada «arrastró 60 coches» y causó «400 millones de pesetas en daños» en una fábrica textil.