El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de este martes 5 de noviembre se ha cimentado en la mejora de sus resultados en todo el país y especialmente, en la ‘reconquista’ de los swing states o estados bisagra en los que se impuso el presidente saliente, Joe Biden, en 2020.
El magnate republicano ha reeditado su gesta de 2016 al romper el «Muro Azul» demócrata y asaltar Wisconsin, Míchigan y Pensilvania, tres estados clave del «cinturón del óxido» (rust belt, en inglés), y reconquistar el Estado sureño de Georgia, donde perdió hace cuatro años por menos de 12.000 votos.
A falta de conocer el desenlace del recuento en Arizona y Nevada, dos estados clave en los que Trump aventaja en cinco y cuatro puntos porcentuales, respectivamente, a su oponente demócrata, Kamala Harris, los resultados de Georgia, Wisconsin, Míchigan y Pensilvania ofrecen una imagen clara sobre las causas del triunfo del líder republicano.
El voto rural impulsa a Trump en Georgia
Georgia, Estado sureño y de tradición conservadora, estuvo en el centro de la controversia en las elecciones presidenciales de 2020. Durante el recuento, Donald Trump, entonces presidente y candidato a la reelección, solicitó al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, «encontrar» los votos que le asegurarían la victoria en el estado. Por este motivo, Trump se enfrenta a ocho cargos en un proceso por presunta interferencia electoral en Georgia.
La movilización de la comunidad afroamericana, que supone el 31% de la población de Georgia, y de los votantes progresistas de los suburbios de su capital, Atlanta, dieron el triunfo a Biden en 2020, convirtiéndose en el primer demócrata en ganar en el «Peach State» (estado melocotón) desde que lo hiciera Bill Clinton en 1992. Este martes, Georgia volvió a girar hacia los republicanos, al imponerse Trump con el 50,7% de los votos -1,5 puntos más que en 2020-, frente al 48,5% que obtuvo Harris.
Los demócratas ganaron holgadamente en la ciudad de Atlanta y en la mayoría de los condados de su área metropolitana, y en algunos casos llegaron a mejorar los resultados de Biden en 2020. Por ejemplo, Harris ganó por 30 puntos de diferencia en el condado de Henry, al sureste de Atlanta, aumentando su ventaja en 9,2 puntos respecto a los anteriores comicios. La vicepresidenta demócrata también venció en todas las ciudades más de 100.000 habitantes del estado -Augusta, Columbus, Savannah, Macon y Athens-.
Los republicanos compensaron el avance demócrata en los suburbios de Atlanta con un gran crecimiento en el resto del territorio, batiendo su resultado de 2020 en el 85% de los condados, lo que le permitió obtener los 16 votos electorales de Georgia. De hecho, Trump llegó a imponerse a Harris en tres condados en los que Biden triunfó cuatro años antes, entre ellos el de Baldwin, con un 40% de población afroamericana.
Trump vuelve a asaltar Pensilvania
Los 19 votos electorales de Pensilvania convertían a este estado del Medio Oeste en el más valioso de la competición presidencial. Bastión demócrata desde la década de los años 90 hasta la irrupción de Trump en 2016, Biden recuperó el estado para los progresistas al imponerse por un margen de 1,2 puntos en las presidenciales de 2020.
Pensilvania fue el estado en el que más actos intervinieron los tándems presidenciales durante la campaña electoral, según The New York Times, y cuenta con un valor simbólico para los demócratas: es el estado natal del presidente Biden y su gobernador, Josh Saphiro, había sonado como compañero de fórmula presidencial de Kamala Harris, una posición que acabó ocupando el gobernador de Minnesotta, Tim Walz.
Finalmente, Pensilvania acabó siendo el territorio decisivo para la victoria republicana, puesto que la confirmación del triunfo de Donald Trump en este estado, con el 50,5% de los votos, sumado a sus triunfos en Carolina del Norte y Georgia, acabó con las aspiraciones presidenciales de Harris, que se quedó en el 48,6% de los sufragios.
La candidata demócrata se impuso a Trump en las dos ciudades más pobladas del estado, Filadelfia y Pittsburgh, bastiones demócratas con una base fuerte de votantes afroamericanos, latinos y universitarios. Pese a ello, lo hizo por márgenes inferiores que Biden en 2020 ante el avance generalizado de su adversario republicano, que obtuvo el triunfo en cinco de los 13 condados en los que se impuso el actual presidente cuatro años atrás.
Entre los territorios que viraron hacia los republicanos se encuentra el condado de Bucks, que presenta la mayor proporción de población blanca no universitaria del estado. Asimismo, redujo a tres puntos la ventaja demócrata en el condado de Lackawanna, que acoge a Scranton, ciudad natal de Biden con un elevado porcentaje de votantes blancos de clase trabajadora.
Sorpresa republicana en Míchigan y Wisconsin
Míchigan y Wisconsin eran, según las encuestas previas a los comicios, los estados bisagra más favorables a Kamala Harris. El portal FiveThirtyEight otorgaba a la victoria de la candidata demócrata en estos estados un 61 y un 59% de probabilidad, respectivamente, en su última proyección antes de los comicios.
Finalmente, los dos estados del «cinturón del óxido» acabaron cayendo del lado republicano. Trump se impuso con el 49,8% de los votos en Míchigan, frente al 48,3% de su contendiente demócrata, y con el 49,7% de los sufragios en Wisconsin, por el 48,8% de Harris.
En el condado de Wayne, el más poblado de Míchigan y que incluye parte de su ciudad más poblada, Detroit, Harris logró la victoria frente a Trump por un margen de 29 puntos, 9,2 puntos menos que en 2020. Este condado es el territorio con mayor porcentaje de árabes americanos del país, al representar el 8% de su población. Este grupo poblacional, tradicionalmente demócrata, se alejado de este partido por su posición en la guerra de Gaza.
El retroceso demócrata se extendió al resto del área metropolitana de Detroit y del estado, con la excepción del noroeste de Michigan. En el condado de Leelanau, el voto demócrata creció 7,6 puntos respecto a 2020.
En Wisconsin, los demócratas lograron contundentes victorias en la ciudad más poblada, Milwaukee, con un elevado porcentaje de población afroamericana, y en su capital, Madison, donde se encuentra la Universidad de Wisconsin y por consiguiente un nicho relevante de votantes jóvenes y progresistas. En estos centros urbanos el voto demócrata cayó apenas un punto respecto a 2020.
Los suburbios de Milwaukee, conocidos como condados WOW (Waukesha, Ozaukee y Washington), tradicionalmente republicanos y que en 2020 mostraron una ligera inclinación hacia los demócratas, mantuvieron esta tendencia y permitieron a Harris mejorar el anterior dato de Biden. En el resto del estado, eminentemente rural, el voto a Trump se vio impulsado, lo que le permitió recuperar el condado de Sauk, uno de los dos territorios de Wisconsin que habían apoyado al republicano en 2016 y a Biden en 2020.
La impopularidad de Biden, un obstáculo insalvable
Con su triunfo electoral, Trump se convierte en el segundo presidente de Estados Unidos que vuelve a ganar unas elecciones tras caer derrotado, un hito que solo logró el demócrata Grover Cleveland en 1892. Como señalan las encuestas a pie de urna, la preocupación de los votantes de los estados clave por la situación económica y los efectos de la inflación han impulsado a los republicanos y han permitido a Trump reconectar con votantes en los suburbios y áreas rurales.
Esto se ha unido al auge del voto republicano entre los latinos, la desafección de los votantes demócratas y la impopularidad de Joe Biden, al que, según el portal FiveThirtyEight, desaprueban el 56,3% de los estadounidenses, por un 38,5% que lo aprueban. Esto sitúa al mandatario demócrata como el presidente más impopular a estas alturas de mandato desde que hay registros igualado con George H. W. Bush, quien perdió su reelección frente a Bill Clinton en 1992 cuando contaba con un porcentaje idéntico de desaprobación.