La Fuerza Aérea de Estados Unidos se enfrenta a una revisión crítica del diseño de su avión de combate Next-Generation Air Dominance (NGAD), pieza clave de los futuros planes para garantizar la superioridad aérea, antes de que termine este año.
La necesidad de una aeronave adecuada, los recursos disponibles y el tiempo que tomará su desarrollo son aspectos clave en juego. El NGAD debe enfrentar una amenaza que está evolucionando más rápidamente de lo que se había anticipado. Además, el costo unitario de la aeronave es extremadamente alto, estimándose cerca de 300 millones de dólares por unidad, aunque la cifra exacta se mantiene clasificada. Las nuevas tecnologías disponibles también abren la puerta a diferentes enfoques.
El secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, decidió “pausar” el programa durante el verano debido a estos factores. Durante la Conferencia Aérea, Espacial y Cibernética de 2024 de la AFA, Kendall subrayó que la Fuerza Aérea necesita realizar una evaluación profunda para determinar si el concepto de diseño actual es el adecuado.
El tiempo para tomar una decisión es limitado, y mucho está en juego. Kendall ha convocado a un equipo de expertos para ayudar a tomar una decisión definitiva en menos de tres meses. Su objetivo es llegar a una resolución antes de que la Fuerza Aérea presente su solicitud de presupuesto para el año fiscal 2026, en diciembre de este año.
En septiembre, el NGAD estaba cerca de ser contratado cuando Kendall optó por la pausa. Esta decisión inesperada generó especulaciones sobre si la Fuerza Aérea estaba abandonando la misión de superioridad aérea o si el NGAD tripulado daría paso a alternativas no tripuladas. Sin embargo, Kendall aclaró con firmeza que no se estaban realizando cambios tan drásticos. “No nos estamos alejando de la función central de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de proporcionar superioridad aérea”, dijo, repitiendo la afirmación para resaltar su postura.
Los conceptos y requisitos del diseño del NGAD ya tienen “varios años”, indicó Kendall. El rápido desarrollo de nuevas amenazas podría haber dejado obsoletos esos requisitos de diseño. El NGAD tenía como objetivo reemplazar al F-22 y estaba orientado principalmente a una misión específica bajo condiciones particulares. Sin embargo, el panorama de seguridad ha cambiado, alterando el cálculo inicial.
Kendall explicó que los cambios en las amenazas, las limitaciones financieras y los avances tecnológicos, incluidos los aviones de combate colaborativos autónomos (CCA), hacen que sea imprudente comprometerse con un diseño único sin antes reconsiderar todas las opciones posibles.
USAF enfrenta obstáculos financieros en el desarrollo del NGAD
Las finanzas representan uno de los mayores desafíos para el desarrollo del avión Next-Generation Air Dominance (NGAD), debido a las limitaciones impuestas por la Ley de Responsabilidad Fiscal de 2023, que restringe el gasto en defensa en un contexto donde la inflación ya ha impactado el poder adquisitivo del personal militar. Además, las prioridades de modernización de la Fuerza Aérea, como el bombardero B-21, el avión de entrenamiento T-7 y el avión de alerta temprana E-7, están absorbiendo una creciente parte del presupuesto. A esto se suma la necesidad de encontrar alrededor de 40.000 millones de dólares en la segunda mitad de esta década para cubrir los sobrecostos del sistema de misiles balísticos intercontinentales Sentinel.
Este escenario ha impulsado a la Fuerza Aérea a considerar opciones más asequibles para garantizar la superioridad aérea, en lugar de optar por un avión tan costoso como el NGAD, que Kendall ha descrito como de “varios cientos de millones” de dólares por unidad. Durante sus encuentros de esta semana, el secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, presentó un experimento mental para ilustrar este dilema: “Si tuviera 200 millones de dólares, ¿qué elegiría: un NGAD o un F-35 y cuatro CCA?”.
Este planteamiento no pretendía comparar en detalle las opciones, sino mostrar el dilema fundamental de la Fuerza Aérea: un juego de suma cero donde debe equilibrar capacidad y asequibilidad. Kendall está buscando una versión del NGAD que sea más económica, sin comprometer su capacidad, explicó a los periodistas.
A pesar de no establecer una cifra exacta, Kendall mencionó que el coste de más de 80 millones de dólares del F-35 es “el límite superior de lo que estarían dispuestos a pagar”. También expresó su deseo de reducir ese monto. Entre las opciones que se están evaluando para reducir los costos del NGAD se incluyen la construcción de un avión más pequeño, la reducción de motores de dos a uno, la delegación de algunas funciones a otras plataformas y la limitación del alcance y la carga útil. No obstante, un avión más pequeño implicaría la necesidad de desarrollar un avión cisterna furtivo para escoltarlo en un entorno aéreo disputado.
Algunas funciones, como el radar, el transporte de armas y la guerra electrónica, podrían ser asumidas por los CCA (aviones de combate colaborativos autónomos) que acompañarían al NGAD en sus misiones de combate.
En cuanto a la opción de sustituir el caza tripulado de la familia de sistemas NGAD por un avión no tripulado y autónomo, Kendall reconoció que esto no era factible cuando comenzaron los prototipos hace una década, pero ahora podría ser una opción viable.
Por primera vez, Kendall vinculó explícitamente el NGAD, el Sistema de Reabastecimiento Aéreo de Próxima Generación (NGAS) y los CCA como una prioridad clave para las fuerzas aéreas de combate. Aunque altos funcionarios de la Fuerza Aérea reconocen que las evaluaciones actuales podrían llevar a continuar con el NGAD tal como estaba planteado inicialmente, algunos expertos de la industria sugieren que las declaraciones de Kendall sobre reducir el costo del NGAD a niveles cercanos a los del F-35 podrían “abrir la puerta a una reducción significativa” en el precio del sistema, aunque la viabilidad de lograr esa cifra sigue siendo incierta.
El sistema NGAD está diseñado para incluir un avión tripulado furtivo (conocido también como Avión de Combate Penetrante o PCA), junto con aviones autónomos CCA y una red avanzada de sensores aerotransportados y espaciales que proporcionaría un conocimiento situacional sin precedentes.
USAF destina miles de millones al programa NGAD y CCA hasta 2030
El programa NGAD y los aviones de combate colaborativos autónomos (CCA) están tan estrechamente vinculados que comparten una misma partida presupuestaria. Desde el año fiscal 2023, la Fuerza Aérea de Estados Unidos ha invertido 4.000 millones de dólares en el sistema NGAD, que incluye tanto los CCA como las aeronaves tripuladas. De esa cifra, 3.600 millones de dólares se han destinado exclusivamente a las aeronaves tripuladas, sin contar los esfuerzos previos de investigación, desarrollo y prototipos realizados en colaboración con la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA).
En su solicitud de presupuesto para el año fiscal 2025, la Fuerza Aérea planea asignar 19.600 millones de dólares al NGAD y 8.900 millones de dólares a los CCA para cubrir los costos hasta el final de esta década. A pesar de ser un programa altamente clasificado, se conocen ciertos detalles sobre el desarrollo de estos sistemas.
Kendall ha indicado que el esfuerzo para demostrar la tecnología que eventualmente llevaría al NGAD comenzó cuando ocupaba el cargo de subsecretario de Defensa para Adquisiciones, Tecnología y Logística durante la administración de Obama. Estos esfuerzos de demostración incluyeron los aviones “X-plane”, que probablemente fueron desarrollados por Boeing y Lockheed Martin.
Aunque no se ha confirmado oficialmente, la directora ejecutiva de Northrop Grumman, Kathy Warden, señaló en julio de 2023 que su empresa no estaba compitiendo por el NGAD, aunque sí competirá por el programa FXX de la Armada, que tiene una misión similar a la del NGAD.
Por su parte, la almirante Lisa Franchetti, jefa de operaciones navales, afirmó en octubre que la Armada está en proceso de selección de proveedores para su propia versión del NGAD, conocida como el F/A-XX, y compañías como Boeing, Lockheed y Northrop están compitiendo por este contrato.
Al describir las opciones de NGAD tripulado que ha desarrollado la Fuerza Aérea, Kendall se mostró cauteloso. “Es un concepto de diseño bastante maduro”, comentó a los periodistas. “Es secreto, pero es un reemplazo del F-22. A partir de eso se pueden sacar algunas conclusiones”.
Anduril y General Atomics destacan en la AFA con sus propuestas para CCA
Anduril Industries y General Atomics Aeronautics fueron las grandes protagonistas tecnológicas en la Conferencia del Aire, el Espacio y la Cibernética de la AFA, mostrando cada una un modelo a escala real de su propuesta para el Incremento 1 del avión de combate colaborativo autónomo (CCA). General Atomics dio un paso más, presentando su demostrador XQ-67A, un “avión X” real que voló en junio, y que es una versión avanzada de la propuesta Incremento 1 de la compañía.
Los aviones CCA autónomos podrían transformar el combate aéreo, ofreciendo una complejidad adicional para los adversarios, así como mayor flexibilidad y un número mucho mayor de aeronaves para la USAF. Originalmente, la Fuerza Aérea había contemplado que cada caza tripulado dirigiera entre tres y cinco CCA. Sin embargo, esta perspectiva ha cambiado, como indicó el secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall. “Estamos hablando de números más grandes ahora”, afirmó. “Nos estamos moviendo hacia una mayor dependencia de aeronaves no tripuladas que trabajen junto con plataformas tripuladas para lograr la superioridad aérea y realizar otras misiones”.
Kendall subrayó que si los CCA son “armados y letales”, deben estar bajo un control estricto. “Operarían dentro de las comunicaciones de línea de visión de los cazas tripulados que los controlan”, explicó. Reiteró la importancia de comunicaciones seguras, confiables y de línea de visión. Si las comunicaciones se pierden, los CCA tendrían que regresar a la base, lo que los retiraría del combate. Aunque esta dependencia de las comunicaciones de línea de visión limita el alcance, a 25,000 pies, esa distancia aún puede superar las 200 millas.
Una de las grandes interrogantes sigue siendo qué avión controlará los CCA. Kendall indicó que el NGAD podría no ser el encargado de dirigirlos, lo que alimenta las especulaciones sobre que toda la familia NGAD podría ser no tripulada, dejando el F-35 con el control de los CCA.
El futuro del Incremento 2 de los CCA también está en el aire. Los funcionarios de la USAF aún están evaluando si será una versión más sencilla, con un costo lo suficientemente bajo como para que perderla sea aceptable, o si será un diseño más avanzado, con observabilidad extremadamente baja y sistemas de misión sofisticados. Aunque se ha hablado de un “Incremento 3” en el futuro, no se han ofrecido detalles concretos sobre sus características ni cronograma. Algunos sugieren que esa fase podría involucrar a aliados cercanos.
John Clark, jefe de la división Skunk Works de Lockheed Martin, señaló que el concepto Incremento 1 de su compañía estaba “demasiado alto” en términos de expectativas. Lockheed propuso un CCA con un alto grado de sigilo, un enfoque en contraste con las propuestas de Anduril y General Atomics, que se centran en diseños con características menos sigilosas, pero con grandes aletas de cola para mayor estabilidad. En cuanto al Incremento 2, Clark sugirió que una versión más asequible con características menos costosas sería un enfoque prometedor.
A pesar de esto, Clark advirtió que sin sigilo, la mayoría de los CCA no llegarán a casa. Sin embargo, ve espacio para varios enfoques, incluidos aviones con características de supervivencia que les permitan “llegar a casa siempre”.
El general Duke Richardson, jefe del Comando de Material de la Fuerza Aérea, mencionó que todos sus centros operativos, excepto el Centro de Armas Nucleares, estarán involucrados en el desarrollo y despliegue de los CCA, incluidos los Laboratorios de Investigación de la Fuerza Aérea y el Centro de Pruebas y Mantenimiento de la Fuerza Aérea. Por ahora, el programa está siendo gestionado por el Mayor general Jason Voorheis, director Ejecutivo del Programa para cazas y aeronaves avanzadas, aunque con la creación del nuevo Comando de Capacidades Integradas, aún está por definirse dónde se ubicará el programa.
El proceso de decidir el rol definitivo del NGAD y los CCA está avanzando. Según Kendall, “esperamos tomar decisiones sobre cómo será ese paquete de capacidades en el futuro cercano”.
Desafíos y oportunidades en el desarrollo del NGAD y los CCA
El objetivo principal de los CCA (Combat Collaborative Aircraft) es garantizar la superioridad aérea, según afirmó el secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall. Esto incluye realizar guerra electrónica, detección de objetivos aire-aire, y transporte de municiones aire-aire. Aunque, inicialmente, la Fuerza Aérea se centrará en utilizar los CCA junto con las aeronaves tripuladas para asegurar esta superioridad aérea, Kendall indicó que, con el tiempo, los CCA también podrían involucrarse en ataques aéreos, ampliando así su rol en el combate.
El éxito de los CCA será clave para lograr una versión más económica del NGAD (Next Generation Air Dominance), explicó Kendall. La integración de los CCA podría permitir transferir algunas funciones y capacidades de misión a los CCA, lo que a su vez podría llevar a un concepto de diseño diferente para el NGAD.
Sin embargo, la industria aeronáutica ha señalado que, a pesar de los esfuerzos por reducir el costo del NGAD, la implementación de CCA podría aumentar el precio total de cada unidad de acción. Con un costo aproximado de 27 millones de dólares por CCA (y con la posibilidad de tener entre cinco y seis en cada formación NGAD), junto con un caza tripulado que podría costar 80 millones de dólares, el precio total de cada unidad de acción se acercaría al costo de un caza tripulado solo. A esto se le sumarían los costos adicionales por la inclusión de aviones cisterna furtivos para reabastecimiento, mayores costos de mantenimiento y personal, y posibles necesidades de redundancia para evitar que una misión fracase si se derriba algún elemento clave de la formación.
Andrew Hunter, secretario adjunto de adquisiciones y mantenimiento, sugirió que es posible reducir el costo del NGAD si se revisa su concepto de diseño. Destacó que el precio de un avión depende de factores como tamaño, complejidad, sistemas de misión y propulsión, y la combinación de estos determinantes es lo que establece su costo final. La Fuerza Aérea busca un diseño que sea asequible y capaz de desplegarse en grandes cantidades, algo esencial para enfrentarse a un conflicto entre pares de alta intensidad.
Hunter evitó establecer un precio objetivo, pero señaló que el NGAD debe ser capaz de desplegarse en cantidades suficientes para cubrir las necesidades de la Fuerza Aérea, especialmente en escenarios de alta intensidad y gran escala. Reconoció que esto es un rompecabezas muy difícil de resolver, pero expresó la intención de hacer el análisis necesario para encontrar la solución más ventajosa. Sin embargo, aún no está claro si se podrá lograr un costo inferior al del F-35, y si la solución estará cerca del diseño original o requerirá un cambio significativo en la estrategia.
El general James C. Slife, vicejefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, agregó que las formas tradicionales de diseñar un caza deben dejarse de lado, especialmente debido a las nuevas posibilidades que ofrecen los aviones autónomos. Esto implica una revolución en los métodos y enfoques que la Fuerza Aérea ha seguido históricamente en la creación de sus cazas, destacando la importancia de adaptarse a la tecnología emergente para enfrentar los desafíos del futuro.
El Futuro del diseño de cazas: Aviones tripulados vs. no tripulados
Hasta hace poco, diseñar un caza significaba construir sus características “en torno a la plataforma: en torno al tamaño del radar que necesitas, el alcance del avión, cuántas G quieres soportar… Se optimizan todas esas cosas dentro de una plataforma”. Así lo afirmó el general James C. Slife, vicejefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea de EE. UU.
Pero, según Slife, la tecnología moderna está cambiando este panorama: “Hemos llegado a un punto en el que, con nuestra integración a nivel de sistemas, tenemos la capacidad de desagregar estas capacidades y considerar la superioridad aérea de manera más amplia”. De acuerdo con su visión, el radar podría estar en una aeronave, mientras que las municiones podrían estar en otro lugar, lo que abre nuevas posibilidades de operación.
Si se logra implementar esta visión, eso podría generar “una fuente duradera de ventaja competitiva para el ejército de los Estados Unidos… Un cambio radical en la capacidad militar estadounidense”. Slife sostiene que este enfoque podría cambiar completamente la forma de concebir y diseñar los aviones de combate.
Una década atrás, cuando el secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, lanzó lo que se convertirían en los aviones GAD X, hubo una “larga discusión” sobre la necesidad de un avión tripulado. “En aquel momento, mi opinión era que no estábamos del todo preparados para hacerlo”, dijo Kendall. Sin embargo, aún no está seguro de si es el momento adecuado para dejar de lado los aviones tripulados: “Probablemente haremos al menos una versión más de un avión con tripulación, más tradicional”, especuló Kendall, añadiendo que “todavía no sé exactamente cómo será ese avión” y que “si habrá variantes que puedan ser tripuladas o no tripuladas es otra incógnita”.
El Panel de Expertos de Kendall juega un papel clave en la toma de decisiones. Este grupo de ex jefes y ejecutivos de la Fuerza Aérea estará presidido por el mayor general Luke Cropsey, a quien Kendall también ha encargado la supervisión e integración de la gestión de batalla C3, un área crucial en este proceso.
Los miembros del panel tienen una estrecha relación con el sigilo. Por ejemplo, Kaminski fue director de tecnología de observables bajos en el Pentágono en la década de 1980, cuando se desarrollaron aviones como el F-117 y el B-2. Ralston, que trabajó de cerca con Kaminski, también lideró el Consejo de Supervisión de Requisitos Conjuntos como vicepresidente del Estado Mayor Conjunto. Además, Jumper supervisó la introducción del F-22, mientras que Schwartz participó en la planificación de la fuerza que condujo al B-21 y al NGAD. Goldfein, por su parte, dirigió la Fuerza Aérea mientras se enfrentaba a la creciente amenaza de China.
Este panel de expertos se perfila como fundamental para el futuro del diseño de cazas y la evolución de los aviones tripulados y no tripulados, en busca de una ventaja estratégica para el ejército estadounidense.
La Decisión Crucial sobre el NGAD: Análisis, Perspectivas y Desafíos Financieros
El actual Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, general David W. Allvin, explicó que el papel del grupo de expertos es “evaluar realmente nuestras evaluaciones” y “asegurarnos de que realmente no estamos pasando por alto nada en nuestro análisis”. El objetivo es comprender la amenaza y las capacidades necesarias para enfrentarla.
Allvin aclaró que el trabajo del grupo no es decirle a la Fuerza Aérea qué hacer, sino proporcionar “retroalimentación y perspectivas” que ayuden a realizar un análisis crucial en un tiempo bastante ajustado. Esta retroalimentación será utilizada para realizar recomendaciones a Kendall y a Allvin, quienes tienen la palabra final sobre lo que se propondrá a la Oficina del secretario de Defensa y, finalmente, al Congreso.
Kendall, por su parte, dijo que si el NGAD, tal como está estructurado, resulta ser “la respuesta operativa más rentable”, entonces esa será la opción a seguir. Sin embargo, aclaró que esa opción podría ofrecer “pequeñas cantidades” de aviones, lo que implica que “cuanto más cueste el avión, menos aviones habrá”. En consecuencia, “los números sí importan”, y todo se reduce a un delicado equilibrio entre coste y cantidad.
La cuenta regresiva para la decisión ya ha comenzado, y Kendall comentó que “tenemos a la industria esperando una decisión”. También señaló que el Congreso está esperando comentarios sobre el presupuesto para 2025, mientras que los Memorandos de Objetivos del Programa para 2026 están en preparación para la próxima administración. Esto significa que el proceso avanzará rápidamente.
Sin embargo, hay algo claro: sea cual sea la solución, será cara. “Cómo vamos a pagarla”, advirtió Kendall, “al final, puede ser nuestro mayor problema”.