Doce buzos del grupo de actividades subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil en las desembocaduras de los ríos y barrancos desbordados y doce más en l’Albufera trabajan sin descanso desde hace 72 horas, con mucho gel hidroalcohólico porque cada inmersión es un baño de bacterias que les hace arriesgar aún más su integridad, para buscar a las decenas de desaparecidos de los que aún no hay ni rastro desde que las aguas enfurecidas de la riada provocada por la DANA arrasaran todo a su paso, desde Utiel hasta el Saler y desde el Túria hasta el Xúquer.
Apoyados por los drones del servicio aéreo, que intentan descifrar con sus cámaras de infrarrojos la posible presencia de cadáveres a partir de las distintas densidades captadas o por visión directa, revisan palmo a palmo los cañares que delimitan el lago, con especial interés en los dos kilómetros que separan el Tancat de la Pipa -la desembocadura del barranco del Poyo en l’Albufera- de la Gola de Pujol, la mayor de las cuatro presas que permiten regular el intercambio de agua salada del mar con la dulce de la laguna, achocolatada por el arrastre de lodos de esta letal riada.
Con una paciencia infinita, porque «nuestra prioridad es encontrar a los desaparecidos, a todos», remarca el capitán del GEAS Sergio Hernández, al mando de este operativo acuático, van pinchando con picas, bastones o cualquier otro objeto que sirva para ello, los cañares hasta descartar que alguno de ellos haya atrapado un cuerpo.
Ni un solo cuerpo en l’Albufera
De momento, no han encontrado ni un solo cadáver en el lago. Tiene lógica. La sospecha generalizada entre los equipos de rescate y los mandos policiales que gestionan la búsqueda de personas es que la fuerza del agua arrastró hasta su desembocadura a muchos de los aún desaparecidos. Los campos próximos al barranco y a la pista de Silla continúan siendo un sembrado de coches destartalados y volcados en posiciones casi imposibles, lo que refuerza ese mal augurio; hay algún vehículo incluso en mitad de los arrozales encharcados, casi un kilómetro campo adentro de esa carretera.
Dado que la exploración por tierra y aire no ha detectado ningún cuerpo flotando en esa inmensa extensión de agua, la hipótesis con más fuerza es que muchos de los desaparecidos estén ya en el mar.
Hay varios datos que lo sustentan. El sábado pasado, solo cuatro días después del desastre, fueron encontrados tres cadáveres en la playa: uno en Pinedo, otro en el Saler y un tercero en el Mareny Blau, en Sueca. ¿Cómo alcanzaron el mar? El primero y el último, probablemente por la desembocadura del Túria, en València. Y el del Saler, desde la Gola de Pujol. ¿Cómo? Las compuertas de las cuatro golas fueron abiertas el miércoles por la mañana para aliviar la brutal crecida de l’Albufera, estimada en más de un metro. La corriente que se generó lo arrastró todo al mar. Lo verifican los miles y miles de cañas rotas, zapatillas, restos de muebles, sillas, juguetes, comida y un infinito etcétera que tapan casi por completo la arena desde Pinedo hasta casi Cullera.
Pero, ¿dónde están entonces los desaparecidos? Probablemente, muchos de ellos en las aguas marinas. Por esa razón, se ha decidido restringir el tráfico marítimo y se ha pedido la presencia del buque de exploración de fondos marinos del CSIC, que llegará en breve a València para asesor técnicamente en esa búsqueda.
Los desaparecidos
Mientras, los equipos de la Guardia Civil continúan descartando la presencia de cadáveres tanto en l’Albufera como a lo largo de los barrancos del Poyo, de l’Horteta y de la Saleta, los más mortíferos.
Por su parte, la oficina de registro de víctimas mortales de la DANA ha dado, por fin, la cifra de personas desaparecidas tras el cribado de todas las llamadas realizadas desde que se produjo la riada, hace ahora una semana: son 89 personas. De momento, según la información facilitada por el TSJCV, hay 195 fallecidos, de los que 133 ya están identificados (14 por ADN y el resto, por huellas dactilares). Eso significa que en este momento hay 62 cuerpos en las cámaras frigoríficas de la morgue instalada en Feria València que siguen a la espera de identificación.
El hecho de que 62 de los cadáveres aún no hayan sido identificados abre la posibilidad a que todos o, al menos la mayoría, estén dentro ese grupo de 89 personas aún desaparecidas. Si fuera así, estaríamos hablando de 27 personas que permanecerían realmente desaparecidas, es decir, que aún no habría sido localizado ni recuperado su cadáver.
También es cierto que el número podría ser mayor, en el caso de que haya personas cuya desaparición no haya sido aún denunciada. Ocurre, por ejemplo, con personas sin hogar, o personas que carecen de red familiar, por lo que su ausencia podría tardar aún un tiempo en ser detectada.