Ni Casa Blanca ni mayoría en el Senado y todo apunta a que tampoco conseguirán la consolación de la Cámara de Representantes. Hecatombe sin parangón del Partido Demócrata en este 5 de noviembre. Las elecciones presidenciales, a pesar de que faltan estados por confirmar, consuman la vida política de Kamala Harris. La vicepresidenta ascendió tras la renuncia forzosa de Joe Biden a la primera línea de la batalla y se ha visto superada por un Donald Trump que ha conducido al Partido Republicano a recuperar el control de la Cámara Alta y con elevadas probabilidades de extrapolarla a la Cámara Baja.

La carrera hacia la Casa Blanca siempre opaca a la batalla por el Congreso que también se dirime en unas elecciones presidenciales. Los estadounidenses decidían este martes, además del próximo comandante en jefe, un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes. El Partido Republicano, gracias en parte al motor Trump, ha evitado que la gobernabilidad del país recaiga sobre los demócratas al recuperar la mayoría en la Cámara Alta y, aunque continúa en el aire, se redoblan las posibilidades de que mantengan también el control de la Cámara Baja.

El escrutinio de la Cámara de Representantes aún es una incógnita y pasarán días hasta que se consolide el resultado final. No obstante, los republicanos ya se han asegurado el control del Senado al conseguir 51 de los 100 escaños. Espoleados por Trump y por el incontestable triunfo en la Cámara Alta, los conservadores no sólo aspiran, sino que confían en retener la mayoría también en la Cámara Baja.

Mayoría republicana

En estos comicios se elige a 34 de los 100 senadores que componen la Cámara Alta, que tienen un mandato de seis años y cuya composición se renueva por tercios con carácter bianual. De hecho, las legislativas coinciden con las presidenciales, pero también se celebras a mitad de la legislatura; de ahí que se las conozca como elecciones de mitad de mandato. Actualmente, la mayoría descansaba sobre los representantes demócratas gracias a los puestos independientes, en una correlación de fuerzas 51-49.

De los 34 senadores en liza en esta jornada electoral, 23 puestos estaban en manos de los demócratas, mientras que sólo once estaban en poder de los republicanos. El vuelco ha sido total, espoleado por los tres escaños demócratas que pertenecían a estados rojos que el partido de Trump ha devuelto a su redil. La vacante de Virginia Occidental la recupera gracias a la renuncia del senador demócrata Joe Manchin. Un puesto que ahora ocupará Jim Justice tras una clara victoria.

Por su parte, Bernie Moreno le arrebataba el puesto al demócrata Sherrod Brown en el estado de Ohio; mientras que Tim Sheehy hacía lo propio con Jon Tester en Montana, otro territorio hegemónico de los republicanos. Los demócratas tenían en juego otros cinco puestos en estados bisagra como Michigan, Pensilvania, Wisconsin, Nevada y Arizona. La previsión es que cuatro de esos territorios se tiñan de rojo. Sólo resistiría Rubén Gallego en Arizona, donde de momento lidera la carrera por el escaño. En cualquier caso, la horquilla más probable apunta a 51-55 de los 100 senadores que componen la Cámara.

¿Contagio a la Cámara de Representantes?

En el aire está la hegemonía de la Cámara Baja. En estas elecciones también se renueva este organismo por completo, que lo hace cada dos años. Está compuesto por 435 escaños y hasta la fecha estaba controlada por los republicanos con un margen estrecho. Parece que se mantendrá la correlación de fuerzas, al menos no habrá atrofia en la Cámara de Representantes. O eso esperan los republicanos, espoleados por una “gran jornada”, tal y como auguraba Trump en los prolegómenos del cierre de urnas.

Muchos escaños tienen su renovación asegurada al corresponder a distritos de firmes tintes demócratas o republicanos. Por eso, la batalla se traslada a otros 70 distritos, aunque el resultado final tardará varios días o semanas en llegar. En cualquier caso, las perspectivas electorales para el partido de Trump en las presidenciales, sumado a los resultados parciales de las legislativas, hacen soñar a los republicanos con mantener el control también de la Cámara de Representantes. Un escenario que, por otro lado, allanaría las cosas al expresidente, habida cuenta de que las reformas migratorias y fiscales pasan por las dos Cámaras.

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