Después de diez días al ralentí, la actividad regresa al campo. Las intensas lluvias que han caído en los últimos días en Castellón han afectado a la primera parte de la campaña citrícola, pero desde principios de esta semana se ha vuelto a engrasar la maquinaria y tanto en los huertos como en las cooperativas y comercios privados se trabaja a destajo para intentar recuperar el tiempo perdido y abastecer a un mercado que se ha quedado falto de cítricos.
A pide de campo faltan manos para recolectar toda la fruta que hay en el árbol. Y eso que este año la producción de clemenules, la variedad reina en Castellón, apenas alcanzará las 228.000 toneladas, casi un 24% menos que durante la pasada campaña. «La recolección de la nulera prácticamente acaba de empezar y las sensaciones son positivas. Los precios son buenos y todo hace pensar que los mercados, tanto el nacional como el internacional, también responderán», explica Roberto Vicent, productor de naranjas y mandarinas de la Vilavella y responsable del sector citrícola de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) en la Plana Baixa.
El parón que ha experimentado la campaña en la última semana se ha notado también en las operaciones de compraventa, que también han sido prácticamente nulas. De hecho, la lonja de Valencia refleja en su último informe, con datos a principios de esta misma semana, que la climatología ha frenado en seco las compras y, con ellas, los precios. Aún sí, las pocas operaciones se han cerrado, en el caso de la clemenules, a una media de 0,41 euros el kilo. «Lo normal es que desde ya se reactive con fuerza la actividad de compras, pues el mercado se ha quedado desabastecido, sobre todo en clementinas», apunta Carles Peris, secretario general de la Unió Llauradora.
Si en el caso de la clemenules los precios son aceptables (desde las organizaciones agrarias prevén operaciones de hasta 0,51 euros el kilo), con otras variedades ocurre lo mismo. En el caso de la marisol, la cotización media a pie de campo se sitúa en 0,38 euros el kilo, mientras que la arrufatina se paga en estos momentos a un promedio de 0,45 y la clemenvilla a 0,41.
La lluvia ha afectado a la recolección pero en general ha sido una bendición para la fruta. «En Castellón la DANA ha sido el día y en València, la noche. En la provincia las lluvias han resultado muy beneficiosas, ya que refuerzan los árboles y provocan que tanto naranjas como mandarinas ganen calibre, que siempre resulta positivo», añade Peris, quien también destaca que el agricultor estará una buena temporada sin regar.
‘Nuleras’ hasta enero
Con un inicio de recolección algo más tardío, las organizaciones agrarias estiman que la campaña de la clemenules podría alargarse hasta los primeros días de enero del 2025. No obstante, la prioridad ahora en el campo es dar salida a variedades como arrufatina y oronules, que ya no pueden permanecer muchos días más en el árbol. «Los collidors van a destajo con estas variedades, ya que a estas alturas del calendario tendrían que estar todas en los almacenes», cuenta Roberto Vicent.
Y aunque en general la lluvia ha sido beneficiosa para la citricultura de Castellón, algunas partidas de clemenvilla o leandri han resultado afectadas por la alternaria, un hongo que ataca a la fruta por una combinación de exceso de humedad y altas temperaturas. «Es la única incidencia que se ha detectado y, afortunadamente, lo ha hecho en volúmenes muy pequeños», añade Carles Peris.
Suscríbete para seguir leyendo