Xavi Prera es natural de la ciudad de Vila-real y vecino desde hace años del municipio valenciano de Paiporta, la localidad que acumula más muertos a causa de la trágica DANA. Profesor de valencià del ÍES Andreu Alfaro, ha perdido a alumnos –y a familiares de estos– en la catástrofe meteorológica y, desde el pasado martes, vive sumido en una realidad muy difícil de asimilar. «Esto es una locura; no me salen las palabras. Nos hemos convertido en una ciudad en guerra. Tenemos todas las policías y bomberos del mundo, han venido de todos los sitios de España y, aún así, hemos estado días sin poder avanzar. La magnitud de los destrozos no se puede explicar», lamenta en conversaciones con Mediterráneo mientras el chapoteo incesante del lodo se oye bajo sus pies al caminar por las calles.
Volcados con sus vecinos
«Nuestra casa no está en el centro del pueblo y está intacta, por milagros de la vida. La verdad es que nos fue de un dedo que el agua entrara», explica el vila-realense, que acababa de terminar la reforma de la vivienda que comparte con su pareja. Sin embargo, pese a no haber sufrido daños directos, tanto Xavi, como su pareja Carme, se han volcado con sus vecinos, como no podía ser de otra manera.
Como el resto de residentes en Paiporta, no han tenido más remedio que aparcar sus vidas cotidianas, dejar de un lado sus profesiones y compromisos de cualquier tipo. La vida se ha detenido para todos ellos. Desde el pasado martes pasan las horas y los minutos achicando agua, intentando retirar el fango y las toneladas de basuras, muebles mojados y todo tipo de enseres para liberar calles.
Vigilancia nocturna para evitar robos
«Tenemos una pareja de amigos que lo han perdido todo; la tromba de agua les dejó la casa totalmente abierta. Ella está, además, embarazada, por lo que la primera noche yo me quedé con él en la casa por si alguien entraba», cuenta Prera, en referencia a la oleada de robos sufridos, especialmente durante los primeros días, cuando la presencia policial era muy escasa o inexistente.
«Al principio, saquearon los supermercados hasta dejarlos vacíos y, después, pasaron a ir directamente a por las casas donde no hay nadie o donde piensan que no hay nadie. Parece increíble, pero así ha sido», relata este docente, quien se siente «agradecido» por la solidaridad demostrada por miles de personas, pero también indignado por la delincuencia surgida a raíz de una tragedia de dimensiones colosales.
«Se ve la mejor cara y la peor, también»
Desde que la DANA lo arrasara todo en el municipio, también han llevado a quienes la necesitaban garrafas de agua, el bien más preciado durante esta durísima emergencia y que ha escaseado durante días, como han denunciado los propios vecinos, desesperados.
Iniciativa educativa
El instituto en el que Xavi Prera trabaja se ha convertido ahora en punto de recogida de alimentos y cuenta con 60 camas improvisadas para quien las necesite. Este lunes, más de 40 profesores se reúnen también para analizar cómo ayudar desde el punto de vista docente a los más jóvenes. «Las consecuencias de esto en la salud mental serán inmensas», prevé.