En 1969 Miguel Ríos grabó con la colaboración de Waldo de los Ríos el «Himno de la alegría», una versión pop del cuarto movimiento de la célebre Novena Sinfonía de Beethoven que se convirtió en un éxito mundial. Con este tema, el músico granadino vendió siete millones de discos, logró el primer puesto en las listas de países como Estados Unidos (que lo tomaron como un himno pacifista), Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, y conquistó también a públicos tan distintos como los de Canadá y Japón.
Este viernes, en plena desolación por los efectos de la DANA en l’Horta Sur, en una calle embarrada de Benetússer y mientras los vecinos se afanaban en sacar sus muebles y sus objetos más preciados de las casas, las notas de esa canción invitando a la hermandad y al canto alegre del que espera un nuevo día empezaron a sonar a todo volumen desde uno de los balcones.
Pese al aparente contraste entre la alegría de la canción y la tragedia del paisaje, nadie en la calle protestó e incluso hubo vecinos que pararon un momento lo que estaban haciendo para escuchar aquello de «si en tu camino solo existe la tristeza y el llanto amargo de la soledad completa». Seguramente no les supuso un consuelo, pero al menos por unos segundos les permitó descansar.