Centenares de banderas francesas y marroquíes hondeaban en cada avenida y rotonda del centro Rabat este lunes. Cuando todavía faltaba una hora para la llegada de Emmanuel Macron a la capital marroquí, muchas de las arterias principales de la ciudad ya estaban repletas de gente esperando el paso de Mohamed VI y el presidente francés. Desde antes de la pandemia, Marruecos no acogía una visita de Estado de tal nivel, hay que remontarse a la llegada de los reyes de España o del Papa en 2019. La pompa y la escenografía fueron el escenario de la reconciliación de Rabat y París tras tres años de tensiones diplomáticas. Unos puentes que se han levantado con el reconocimiento explícito francés de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, también con 10.000 millones de euros de acuerdos comerciales e inversiones.
Este mismo miércoles, cuando Macron todavía participaba en diferentes encuentros, el ministerio francés de Exteriores cambió el mapa de Marruecos que tienen en su página web, eliminando la frontera que separa el país magrebí del Sáhara Occidental. Los medios marroquíes también se preguntaban si París dará el paso de abrir un consulado en Dakhla o El Aaiún, en el Sáhara. Durante su visita, Macron reafirmó lo que ya le dijo hace tres meses a Mohamed VI en una carta: que «el presente y el futuro del Sáhara Occidental se enmarca en la soberanía marroquí».
Hasta el momento, el espaldarazo francés a la «causa» marroquí es el más importante que Rabat ha recibido de un país europeo. La posición del Elíseo supone un paso más que el dado por el Gobierno español en 2022. Aunque Pedro Sánchez, expresó su apoyo al plan de autonomía marroquí sobre el Sáhara como «la base más seria, creíble y realista» y reconoció la «importancia» que tiene este territorio para Marruecos, no fue tan explícito como el dirigente francés. El movimiento dado por Macron se asimila a las palabras de Donald Trump que, desde la Casa Blanca en 2020, reconoció la soberanía marroquí sobre la excolonia española y presentó el mapa de Marruecos con el Sáhara.
En su discurso, el presidente francés, también abrió las puertas del Sáhara a las compañías francesas: «Nuestros operadores y empresas apoyarán el desarrollo de estas regiones mediante inversiones e iniciativas sostenibles y socialmente responsables que beneficien a las comunidades locales», manifestó Macron. Un mensaje de carta blanca del presidente que llega un mes después de que el Tribunal de Justicia de la UE anulara los acuerdos pesqueros y comerciales entre los Veintisiete y Marruecos por incluir el Sáhara Occidental y no contar con el consentimiento del pueblo saharaui, según el veredicto del organismo judicial. Este territorio, no autónomo, según la ONU, cuenta con importantes reservas de fosfato, que explota Marruecos, también ricos caladeros de pesca y un gran potencial para desarrollar energías renovables.
Decenas de contratos
La visita ha estado marcada por un anuncio: la ONCF, empresa ferroviaria pública marroquí, y la empresa francesa Alstom firmaron un acuerdo para el suministro de 18 trenes de alta velocidad para la línea que se construirá entre Casablanca y Marrakech. Este acuerdo establece a los franceses como el «licitador preferente» para este mercado. Desde que el país magrebí anunció la construcción de esta línea de alta velocidad, en la prensa se habló varias empresas de países como Corea o China; también las españolas Talgo y CAF se presentaron, aunque en los círculos económicos y diplomáticos, todos daban por hecho que esta infraestructura terminaría cayendo del lado francés.
Esta empresa ya fue la encargada de suministrar los trenes de la línea que se inauguró en 2018 entre Tánger y Kenitra. Además de las locomotoras y vagones, está previsto que otras empresas galas participen en la planificación y construcción de la nueva línea, como Egis Rail. Se va a encargar del diseño de la prolongación del tramo de alta velocidad entre Kenitra y Marrakech por un importe máximo que roza los 130 millones de euros. Entre los acuerdos firmados durante la visita, se cerró un convenio con el Tesoro francés para lograr financiación para la construcción de la nueva línea.
Papel preponderante
El idilio entre Marruecos y las empresas francesas viene de lejos. En la visita de esta semana, acompañaron a Macron una cuarentena de representantes de grandes marcas francesas, como Airbus, Total Energie, Orange, Veolia, entre otras, que tienen presencia y mercado en Marruecos. Por ejemplo, esta última empresa firmó esta semana un acuerdo con las autoridades marroquíes «para desarrollar un proyecto exclusivo de desalinización de agua de mar que será el mayor de África y el segundo del mundo», según el comunicado de la compañía. Por ahora, no han anunciado el importe total de esta infraestructura. Un sinfín de contratos entre empresas privadas y más de una treintena de acuerdos entre ministros y responsables de ambos países.
Desde la independencia, Francia y sus empresas siempre han tenido un papel preponderante en los grandes contratos e infraestructuras que impulsa Rabat. Aunque las grandes empresas españolas están presentes en proyectos de calado internacionales, como por ejemplo, el AVE en Estados Unidos o el Canal del Panamá, no se han implicado en grandes obras o infraestructuras del país vecino. Uno de los últimos proyectos es la desaladora de Casablanca, adjudicada a Acciona junto a dos compañías marroquíes y que supone una inversión de 887 millones de euros. ACS, también se adjudicó un contrato en 2019 de 255 millones de euros con la OCP, la empresa estatal de fosfatos, para la construcción de dos plantas de ácido sulfúrico, destinado a producir fertilizantes.
La española Alsa ostenta la concesión de los autobuses urbanos de varias ciudades del país y Barceló ha abierto dos nuevos establecimientos estos últimos años y ha proyectado nuevas aperturas de hoteles, dos de ellos en Rabat. Muchas otras empresas se han establecido en el país vecino, aunque la magnitud de los contratos está lejos de sus competidores franceses.
La reconciliación española
Aunque el AVE ya ha sido adjudicado, una de las esperanzas del empresariado español es poder ganar el contrato de la renovación y modernización de la línea ferroviaria regional, algo que Moncloa defendió durante la reunión de Alto Nivel con Marruecos el año pasado. Precisamente, la reconciliación entre Rabat y Madrid también tuvo un componente comercial importante: el Gobierno español defendió que las buenas relaciones con Marruecos ayudará a las empresas nacionales a entrar en nuevos proyectos. El presidente marroquí puso en valor que España se ha convertido en el primer socio comercial y económico de Marruecos y expresó que la intención es ir más allá de los intercambios comerciales y «abarcar proyectos comunes de alcance estratégico».