«El barranco era un tubo de agua que arrasaba lo que encontraba». La gente de la urbanización El Pantano de Torrent, en el municipio valenciano de Torrent, trata de recuperarse de la noche trágica del martes, cuando la crecida del barranco del Poyo obligó a evacuar algunas viviendas de dos calles. El temporal deja un rastro de lodo, daños y vidas humanas.
Bajar a la calle Rosendo Montoro, más allá de la zona recreativa que quedó sumida bajo las aguas, es hacerlo sobre una capa de barro de varios centímetros. En esa calle vive Francis. Recuerda aquella noche con «auténtico terror». Relata que estaba durmiendo la siesta y lo despertó su mujer. «Has visto cómo va el barranco? Me asomo y veo que el caudal estaba casi en la terraza y tengo el chalet quince metros sobre el nivel del barranco«, resalta.
Decidieron salir pitando en coche y ponerse a salvo. «Cuando subiamos por el área recreativa nos vino una ola de frente. Tuve que hacer marcha atrás y situarme en el punto más alto. La ola paso y pudimos resguardarnos en casa de unos amigos que tienen el chalet en mas altura, pero estabamos cagados», narra. Lo siguiente que recuerda fue la presencia de dos agentes de la Policía Nacional que se quedaron atrapados toda la noche. «Ayudaron a rescatar a personas atados con una cuerda», resalta el camionero que ha visto como su vehículo pesado ha quedado volcado detras de Campofrío.
«Cuando nos avisaron era tarde»
Rafa vive en el linde del barranco. La emoción le puede y apenas puede hablar. Fue duro. «Cuando nos avisaron era tarde«, lamenta. Recuerda otras crecidas pero no cómo esta. «Fue brutal y se ha llevado las casas como si fueran papel», afirma.
Pedro va a recoger agua con garrafas. La urbanización no tiene suministro. Tampoco luz. Vive en la calle Santander pero el agua no llegó a su casa. «Salimos en el coche (son tres personas) y tuvimos que subir a un puente de la autovía sin movernos hasta las cinco de la mañana, que pudimos ir a casa de mi hija», rememora. Es residente del Pantando desde hace 25 años. «Nunca ví nada igual», asegura.
Laura, que vive en la calle Soria, no fue desalojada pero no oculta «la angustia que vivimos. Es muy duro ver lo que ha perdido la gente, incluso personas. Es todo muy caótico».