La tragedia siguió un curso inesperado, por lo inusual del cauce que la guio. Fue el río Magro, y no el Xúquer, el que provocó en la Ribera una de las peores inundaciones vividas en mucho tiempo. No es de extrañar, por la magnitud de los daños en infraestructuras, viviendas y vehículos y el fallecimiento de varias personas, que haya quien compare la DANA de esta semana con la Pantanada de Tous. El afluente provocó el caos allá por donde pasa. Como en 1982, el agua y el barro dejarán una huella imborrable entre los vecinos de Algemesí, l’Alcúdia, Carlet o Guadassuar, los municipios más afectados por el dramático temporal.
La crecida del Magro pilló de improvisto a miles de personas de las distintas poblaciones por las que discurre hasta su desembocadura en el Xúquer, a la altura de Algemesí. Esta ciudad, de aproximadamente treinta mil habitantes, es uno de los epicentros de la catástrofe en la comarca. Según corroboraron ayer a Levante-EMV fuentes oficiales, de entre las decenas de víctimas mortales que deja la DANA, al menos tres eran vecinas de la localidad, que se vio desbordada en la noche del martes tras mantener en vilo a la población durante horas.
El ayuntamiento trató, con sus escasos medios, de evacuar el barrio del Raval, una de las zonas más vulnerables, ya entonces, pero resultó imposible. El propio alcalde reconocía, en un vídeo que publicó de madrugada en sus redes sociales, que era humanamente imposible ofrecer toda la ayuda que necesitaba la ciudad. Se vieron sobrepasados por el caos. El agua y el barro abandonaron el cauce del río, que se quedó pequeño para el caudal que transportaba, y se adentraron súbitamente en el casco urbano. También las áreas industriales, en las que más de una persona pasó la noche al no poder regresar a su hogar.
Ningún rincón de la ciudad amaneció ayer sin barro. Los vehículos aparecían en los lugares más inesperados tras quedar a merced del torrente en el que se convirtieron sus calles. Algunas quedaron completamente bloqueadas. Se vivieron momentos de verdadera angustia. El suministro de agua, la corriente eléctrica y los sistemas de telefonía e internet registraron problemas durante todo el día. La segunda ciudad más importante de la Ribera Alta quedó completamente aislada e incomunicada y, a lo largo del día, sus vecinos sufrieron serios problemas para contactar con el exterior.
Desperfectos en el puente
Carlet amaneció con un puente destrozado tras padecer en cuestión de horas los efectos de la lluvia, el desbordamiento del río y hasta vientos huracanados derivados de un tornado. Como Algemesí, también se encontraba incomunicada, aunque a lo largo de la jornada de ayer se reabrieron algunos de los accesos. Según fuentes municipales, no se tenía constancia de ninguna víctima mortal, a pesar de los múltiples daños registrados, los desperfectos en caminos rurales y la veintena de postes de la luz caídos. Un pequeño consuelo en medio de una catástrofe de la que, poco a poco, empezó a recomponerse. Aunque costará.
En l’Alcúdia, el desbordamiento del río Magro anegó calles, viviendas y negocios hasta alcanzar alrededor de metro y medio en algunas zonas. Según fuentes municipales, una mujer de unos cincuenta años se encuentra entre las víctimas mortales del temporal. Su vivienda, un inmueble antiguo, presentaba varios desperfectos. Al acceder las autoridades, localizaron su cuerpo sin vida. No fue el único. Su madre también había fallecido, aunque todo apunta a que sufrió un infarto al ver la calamidad que la rodeaba. Al cierre de esta edición, todavía no se ha confirmado el paradero del camionero desaparecido en la mañana del martes. Circulaba por el Camí de la Muntanya, la arteria principal del término municipal de l’Alcúdia, y llegó a cruzar aparentemente sin problemas el Barranc de Benimodo, que ya bajaba desbordado anegando la calzada, aunque nada más se sabe de él tras abandonar el vehículo. La Guardia Civil no encontró a nadie en el interior del vehículo que permanecía detenido en este punto. El agua no había alcanzado ni siquiera la cabina.
Durante toda la jornada de ayer, los vecinos se organizaban y ayudaban para sacar de sus viviendas y negocios todos los enseres que han quedado inservibles tras verse afectados por una inundación que, en algunas zonas, alcanzó el metro y medio de altura. Estos quedaban depositados en la vía pública junto a montañas de barro y vehículos que se encontraban amontonados tras ser arrastrados por la corriente. También para retirar, con los utensilios de los que disponían, el agua y el barro que se había adentrado en sus hogares. La labor resultaba tediosa a la par que titánica, pues el lodazal en el que se habían convertido parecía inabarcable.
Daños elevados
Los municipios de la Ribera más afectados por el desbordamiento del río Magro tardarán semanas en recuperar la normalidad. O algo que se le pueda asemejar. Tampoco resultará sencillo cuantificar los daños materiales, pues se encuentran afectadas miles de viviendas, centenares de empresas, no menos vehículos, infraestructuras viarias como puentes, carreteras o caminos y mobiliario urbano de todo tipo. Sin embargo, la comarca recobrará el pulso tras la adversidad, como ya ha sucedido en el pasado.