«Lo hemos perdido todo, menos la salud y la alegría». Son palabras de Ruth Soto, ferrolana de cuna y valenciana de adopción desde 2006, que durante la madrugada de este miércoles veía cómo su negocio, situado en un bajo comercial de la localidad de Paiporta, en Valencia, era arrasado por las brutales riadas que dejaba el paso de la DANA por este pequeño pueblo. «Quedó hecho un amasijo de barro, no nos queda nada», se lamenta a través del teléfono.
El negocio de Ruth es una vinoteca llamada A Nosa Terreta; el nombre, explica, mezcla el gallego con esta expresión del valenciano, que hace referencia a la Comunitat. «Acabábamos de cumplir tres años desde su apertura», indica la ferrolana, que, además, señala que el negocio de su marido también se encuentra «siniestro total». «Era una pequeña productora audiovisual. Se perdieron vídeos que tenían más de veinte años», asegura.
La DANA pilló a Ruth en plena calle, sobre las ocho de la tarde del martes. «Todo ocurrió en menos de veinte minutos, de pronto el agua ya me cubría la cintura», explica la ferrolana, que agradece «estar viva» a una vecina de Paiporta que la acogió en su casa durante la catástrofe. «Una chica llamada Eva nos llevó a varios a su casa durante tres o cuatro horas. Nos dio de cenar y bebimos champán. Sobre las 00.30 horas pudimos salir», narra.
Tras lo peor de la catástrofe, Ruth afirma que ahora la situación es de total incertidumbre. «No sé dónde está mi coche, ni tampoco si algún allegado o conocido ha fallecido. Todos los bajos de los edificios están devastados», narra la afectada, que incide en que la solidaridad entre los vecinos está siendo clave en estos momentos. «Pese a todo, es muy bonito ver que la gente es buena y se ayuda. Ahora toca trabajar mucho, sacar toda la basura y tirar para adelante. Esta situación no nos puede ganar», arenga.
«Nunca vi algo parecido»
Pero Ruth no era la única gallega que se encontraba en la zona cero de la catástrofe meteorológica. El coruñés Juan Castro León, residente en Valencia desde hace más de dos décadas, no entiende como existiendo una alerta máxima desde hacía días que se aproximaba a la Comunitat, Protección Civil hubiese esperado hasta la noche de este martes para remitir un mensaje de emergencia a la población. «Yo ayer me operé de un menisco a las 7 de la mañana. Me costó mucho llegar al hospital, pero cuando lo hice ya escuchabas a enfermeras y médicos comentar entre ellos que parte del personal no había podido llegar para empezar su turno o que directamente no habían podido salir de sus casas», explica este profesional del sector del turismo, que cree que la alerta a la población se dilató demasiado. «Mis niños ayer tuvieron clase normal como cualquier otro día», comenta atónito.
«Llevo 22 años viviendo en Valencia y nunca había visto algo parecido. Todos los inviernos tenemos algún episodio de gota fría que causa inundaciones y destrozos en algún pueblo, pero algo tan generalizado yo nunca lo había visto», apunta.
Además, la propagación de una noticia falsa sobre la rotura de una potabilizadora de agua ha hecho que la gente se movilizase en los supermercados. «Parece la época del covid, la gente se lanzó a comprar agua y productos básicos como en los inicios de la pandemia. La Generalitat dice que es una noticia falsa, pero lo cierto es que hay varios lugares donde ya les han cortado el agua corriente», apunta Juan.
«Hay pacientes con diálisis que no pueden recibir el tratamiento»
El vigués Iago Alcántara ha vivido la DANA desde dos puntos de vista: el de un ciudadano cualquiera de Valencia y el de un médico residente en el Hospital Universitario y Politécnico de La Fe. «De momento, solo atendí una persona por la mañana en consulta, porque los pacientes no pueden llegar hasta aquí», señala. En este sentido, incide en que «se están anulando muchas citas por la tarde, no tiene sentido que la gente venga hoy».
No solo son numerosas las personas que no pueden acudir a sus citas en el centro hospitalario para ser atendidas, sino que hay quién no puede salir del mismo. «Hay pacientes con diálisis que no se pueden ir a casa por las inundaciones; otros no pueden acceder a recibir sus tratamientos», relata Alcántara.
A los enfermos crónicos se suman personas que, por otras cuestiones, estaban en el hospital en el momento en el que empezó la DANA. El MIR vigués pone como ejemplo una mujer que acudió a urgencias por una contusión tras una caída y, ahora, no puede volver a su domicilio: “Lleva desde ayer a la noche sin su medicación habitual”.
El Centro Galego de Valencia no consigue contactar con dos socios
Hasta el momento, el Centro Galego de Valencia explica que no han conseguido establecer contacto con dos de sus socios tras el temporal. Se trata de una ciudadana gallega y un descendiente de gallegos.
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