Todos conocen cuáles son las particularidades de la Segunda División. Es una categoría exigente, dura, larga y, en ocasiones, pesada. Tiene momentos donde parece que el trayecto está cargado de facilidades, y otros, en los que el camino parece tan empinado que da la sensación de que avanzar es imposible. El Levante no es perfecto, al igual que no es inmune a los peajes que se pagan a lo largo de las temporadas en el segundo escalón del fútbol español. Viene, es más, de sufrir una racha de dos derrotas y un empate que alteró las esperanzas de disfrutar de mejores épocas, cortada, con el sufrimiento que tanto le caracteriza, mediante una victoria ante el Deportivo de La Coruña sobre la que volvió a salir el sol.

Fuente