El gobierno de Israel ha mantenido un bajo perfil respecto a los recientes bombardeos realizados en Irán la madrugada del sábado, aunque esto no minimiza la relevancia de la operación.

El ataque parece haber salido según lo planeado, sin que se registraran pérdidas en las fuerzas israelíes, lo cual representa un logro significativo. Las operaciones a una distancia de 1,600 kilómetros del espacio aéreo israelí presentan riesgos sustanciales. Un contratiempo menor puede fácilmente convertirse en una situación de vida o muerte para los pilotos.

La planificación de los ataques contemplaba que los aviones de combate pudieran reabastecerse de combustible cerca de Irán. No obstante, un fallo en el sistema de reabastecimiento o una avería en los motores habría puesto a los pilotos en la posición de tener que realizar aterrizajes forzosos en territorio enemigo. Las capacidades de apoyo y emergencia que la Fuerza Aérea de Israel puede ofrecer en misiones sobre Gaza o el Líbano son prácticamente inútiles a tanta distancia de su país.

A pesar de estos riesgos, no se han reportado fallos significativos. Esto refleja no solo la destreza de los pilotos, sino también la competencia del personal de mantenimiento y apoyo técnico de la Fuerza Aérea Israelí.

Israel logró posicionar decenas de aviones cerca de Irán, lo que permitió el lanzamiento de municiones de precisión contra objetivos militares en varias oleadas.

Desde hace semanas, Irán estaba al tanto de que un ataque era inminente, e incluso es posible que Israel hubiera sugerido el momento de los bombardeos. A pesar de esto, las fuerzas iraníes no lograron impedir que los aviones israelíes llevaran a cabo la operación de forma sistemática y planificada.

Actualmente, Irán se encuentra en una posición más vulnerable que antes, tanto en sus instalaciones de gas como en sus complejos nucleares. Los sistemas de defensa antiaérea más avanzados del régimen han sido destruidos, y si bien podrían ser reemplazados por Rusia, no ocurrirá de inmediato. Con la destrucción de baterías y radares, sus defensas aéreas, ya ineficaces el sábado, han quedado aún más debilitadas.

Israel debilita defensas iraníes y elimina a líder de Hezbolá en ataque

Además de dejar inoperantes los sistemas de defensa aérea en los que Irán ha invertido grandes sumas, la República Islámica ha perdido su principal elemento de disuasión frente a Israel. Tras varias semanas de ataques devastadores contra su cúpula y con tropas israelíes desplegadas en el sur del Líbano, Irán se encuentra en una posición de extrema vulnerabilidad.

Hezbolá, aunque aún es capaz de lanzar unos cientos de cohetes diarios hacia Israel, ya no cuenta con la capacidad de influir en las decisiones de Israel respecto a los ataques en territorio iraní. La organización ha sufrido un duro golpe con la muerte de su líder veterano, Hassan Nasrallah. A pesar de la escalada de ataques, la vida diaria en la mayor parte de Israel transcurre con relativa normalidad, lo que evidencia el desgaste del poder de disuasión de Hezbolá.

Aunque los bombardeos israelíes pudieron ser limitados en cuanto a los daños directos que ocasionaron, el mensaje al Líder Supremo Ali Jamenei y al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica es contundente: Israel tiene la capacidad de alcanzar objetivos estratégicos dentro de Irán sin que Teherán pueda evitarlo.

En esta ocasión, los ataques se dirigieron a instalaciones militares, pero la preocupación entre los líderes iraníes es evidente. Ahora se preguntan cuánto tiempo falta para que Israel fije su atención en objetivos de mayor valor, como las instalaciones petroleras, símbolos del régimen o incluso el desarrollo del programa nuclear.

La situación para Teherán podría agravarse aún más. La administración estadounidense, liderada por Joe Biden y Kamala Harris, ha intentado contener las represalias israelíes tras los dos ataques con misiles de Irán este año, buscando evitar una escalada que involucre a Estados Unidos en un conflicto regional. Además, Irán no se ha visto amenazado por la posibilidad de que Biden ordene un ataque directo sobre suelo iraní.

Trump y la nueva ofensiva israelí complican panorama para Irán

Para Irán, la posibilidad de que Donald Trump regrese al poder en enero es motivo de gran preocupación. El expresidente fue quien ordenó el ataque que eliminó al jefe de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), Qassem Soleimani, y quien cambió el acuerdo nuclear de 2015 por una estrategia de presión máxima. Con el cambio de postura de Israel hacia una mayor agresividad contra el eje iraní, Teherán enfrenta un escenario peligroso.

Sin embargo, eso no implica que Irán no tomará represalias por el ataque del sábado. El régimen iraní es muy consciente de la importancia de no mostrar debilidad, tanto frente a su población como ante sus aliados internacionales. Aunque Irán posee un arsenal considerable de misiles balísticos capaces de infligir daño a Israel, muchos de ellos serían interceptados por las defensas israelíes y sus aliados. A pesar de que los daños han sido limitados hasta ahora, Israel no está dispuesto a tolerar que estos ataques se conviertan en algo cotidiano.

Además, el programa nuclear de Irán sigue siendo una cuestión crucial. La presión sobre el régimen ha aumentado, al igual que su sensación de vulnerabilidad. En este contexto, surge la pregunta de si el Líder Supremo, Ali Jamenei, podría verse impulsado a dar un giro decisivo y ordenar un esfuerzo total para desarrollar un arma nuclear, lo que serviría como un nuevo y poderoso elemento de disuasión contra Israel y Estados Unidos.

Aunque este escenario es posible, el ataque del sábado podría haber llevado a Israel a considerar que ahora tiene la capacidad —y quizás la obligación— de tomar medidas preventivas más drásticas. Esto podría incluir una serie de nuevos ataques para debilitar de manera significativa el programa nuclear iraní antes de que logre avances irreversibles.

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