Una denuncia anónima, aunque fuera la periodista Cristina Fallarás quien diera la voz de alarma, hizo saltar por los aires el tablero político y social. A vueltas con el #metoo, siempre igual de necesario, pero más llamativo cuando éste viene por actos de la izquierda, de personas que defienden justamente lo contrario a aquello por lo que han apostado desde su (o sus) partidos.

Quizá sea precisamente esa posición dentro del progresismo lo que provoca más preguntas. El modus operandi de protección sobre los presuntos acosadores es habitual en un mundo patriarcal, especialmente cuando éstos ocupan posiciones de más poder. Con esos ingredientes, todo el mundo se cuestiona lo mismo: ¿Era Errejón un hombre protegido?

El lío interno se ha agudizado en la formación magenta, que ya venía muy tocada y, con ella, a sus ramificaciones, como Más Madrid, a la que pertenecía quien fuera uno de los fundadores de Podemos. Parece que la persona anónima que demandaba en redes sociales hace unos días no fue la única que había sufrido episodios similares con el portavoz. De su texto, una cascada de ellos y mujeres dispuestas a dar un siempre complicado paso, aunque sea de hablar.

Es muy grave señalar que había gente cercana -del partido- que lo sabía y no hizo nada, pero sí es posible vaticinar que esa guardia pretoriana se blindó ante Errejón. No sería nada disparatado, desde luego. Por el sistema mismo. Por la fragilidad de un proyecto, si hablamos en términos más internos.

Lejos de apaciguar lo que ahora mismo es un maremoto, las actuaciones de unos y otros no han hecho sino aumentar las dudas, no solo sobre los comportamientos de Errejón, sino acerca de la permisividad de estos. La vicepresidenta Yolanda Díaz; Más Madrid al completo, el resto de grupos que conforman Sumar e incluso Podemos se han puesto del lado de la víctima nada más abandonar el diputado la política, pero nada despeja el bosque de sombras: ni de si alguien sabía algo hace tiempo, ni de cómo se hicieron las cosas en los últimos días.

Para lo primero hará falta, valga la redundancia, tiempo; y para lo último, también (aunque quizás menos). Desde luego, que Yolanda Díaz dijera que su partido abriría una investigación para conocer los comportamientos de Errejón y acto seguido que había dejado el acta por dicha investigación choca con el reloj. La otra derivada, el peso de cada formación dentro de la magenta: fue gracias a Más Madrid, según ellos, que el parlamentario diera el paso.

Un problema más

Muchos frentes abiertos para los magentas al que ahora hay que sumar el de presuntos casos de acoso sexual por parte de una de sus cabezas visibles. El proyecto de Sumar no termina de alicatarse al suelo político español y se tambalea en un espacio de izquierdas donde Podemos vuelve a tener -o al menos lo intenta- voz propia frente a una formación cuyos críticos le imputan cierta inacción, especialmente en el campo de la vivienda. 

El caladero de la izquierda a la izquierda del PSOE no termina de depositar su confianza en Sumar. Es más, aumentan a diario sus reproches por su falta de ambición en el plano legislativo de la Vivienda, donde creen que debería ejercer un contrapeso más potente frente a los socialistas en el seno de la coalición. Empezaban ahora a sacar la cabeza en esta materia, pero con escasa contundencia según sus críticos, que señalan a diario a la que fuera líder orgánica e ideóloga del proyecto aglutinador de la izquierda. 

Ese perfil más suave con el socio mayoritario les conduce a una sangría constante de votos. Ya se vio en el último ciclo electoral, donde incluso estuvieron cerca de perder su hegemonía frente a Podemos en los comicios europeos. A ello, se le suma la irrelevancia en ciertos territorios como Euskadi y Galicia, a pesar de conseguir representación en Euskadi casi contra todo pronóstico. Pero lo cierto es que el proyecto está prácticamente en su suelo, con caídas constantes en los barómetros del CIS. En el último, además, sufrieron una caída de 1,5 puntos en tan sólo un mes. 

Un panorama crítico para una formación que colmó de esperanzas el espacio a la izquierda de los socialistas con proyecto aglutinador de fuerzas que se rompió al instante. Ahora, desde el Gobierno intentan sacar la cabeza con banderas de su espectro como la vivienda o la guerra en Gaza, pero tienen que competir con un mensaje más fiero de Podemos, quienes al principio se integraron en la plataforma. Además, el caso Errejón explota en plena semana de enfrentamiento con el PSOE tras morder en el anzuelo del PP en una iniciativa para estrechar el cerco parlamentario a los envíos de armas que plantea Moncloa.

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