Podemos quiere reinterpretarse. Busca un resquicio para volver a condicionar la política de un país que ya estuvo parcialmente bajo su dominio. Entre los mandos del partido morado crece el sentimiento de la rebeldía primigenia de esta formación y, sabedores del escaso margen que ofrece el Congreso, reivindican su perfil propio y la potencia de sus cuatro votos que asumen como “imprescindibles” para traducirlos en una posición de fuerza al más puro estilo Junts. Sin embargo, desde Moncloa optan por minimizar su postura de máximos y reducirla a un afán de protagonismo para sacar de nuevo la cabeza a la izquierda del PSOE

Los morados, ahora en el Grupo Mixto, empiezan a ser plenamente conscientes del potencial que pueden tener en esta legislatura. Las mayorías aguantan a tientas sobre el filo de la navaja, siempre con la amenaza de caer en cualquier momento. Podemos construyó un discurso contestatario al Gobierno desde su salida del Grupo Plurinacional, pero con el tiempo ha ido puliéndolo hasta llegar a la consulta propuesta esta misma semana.

Cuatro votos «imprescindibles»

La líder del partido, Ione Belarra, flanqueada por el resto de la dirección, convocó una consulta a las bases ideada para fortalecer su posicionamiento. Al menos así lo conciben en el fuero de la formación, que consideran que ahora sí tienen las “manos libres” a la hora de delimitar sus posiciones, habida cuenta de que no conforman el bloque de socios de la coalición. De hecho, se han encargado de desmarcarse desde el inicio, llevando según qué negociaciones al límite.

Por ahí van los tiros del reacondicionamiento del partido en este último año. Una especie de regreso a los orígenes, con un discurso más duro contra el Partido Socialista, resucitando la idea del bipartidismo como eje de todos los males. Relato que, por otro lado, busca equiparar a sus antiguos socios con el Partido Popular. Posicionamiento de máximos que previsiblemente se verá reforzado por las bases del partido en la consulta, pero no sólo de cara al exterior, sino también en la negociación con el propio PSOE.

Creen que demandas tales como la intervención del precio de los alquileres, así como la ruptura de relaciones con Israel son plenamente asumibles para cualquier formación que se precie de izquierdas. La propia Belarra lo ha advertido durante toda esta semana: “Seremos muy firmes”. El objetivo no es sino replicar la estrategia que siguió Junts con la ley de amnistía. Así lo explican en privado altos dirigentes morados: si el PSOE acabó aceptando el sapo de Puigdemont, deberían hacer lo propio con sus dos principales condicionantes. En resumen, lo que vale para los neoconvergentes, también tiene su ámbito de aplicación en los “votos de izquierdas”.

Contexto de debilidad

Estas mismas fuentes abundan que el Ejecutivo está sumido en una época de crisis. La fortaleza de la coalición no es tal y ven a los socialistas en una posición de debilidad. No aceptarán el discurso del PSOE de que es “imposible”, porque también lo era la amnistía. Con esta maniobra lo que buscan es conseguir un hito un contexto donde las movilizaciones de vivienda y Koldo hacen mella en la fachada del Ejecutivo.

La secretaria general de Podemos también ha apuntado en esta dirección desde los micrófonos de Radiocable este jueves. Belarra, que tuvo un agrio enfrentamiento con la ministra de Vivienda en el Pleno del miércoles, cree que el PSOE está “nervioso” porque saben que “van en serio” con sus exigencias para negociar los Presupuestos Generales del Estado. “No aceptan que haya una izquierda a su izquierda que le plante cara, que vaya más allá de los límites del PSOE y que responda a sus votantes, no a las presiones del PSOE”, resume la líder de los morados.

Podemos imputa cierta “exaltación” a Isabel Rodríguez cuando ésta aseguró que con el alquiler de sus tres viviendas no podría pagar la mitad del chalé de Galapagar. Golpe directo a Pablo Iglesias que Belarra lo interpreta como una representación del “nerviosismo” que se respira en Ferraz y Moncloa porque son conscientes de que los morados están dispuestos a hacer valer su ‘sí’ a los Presupuestos a cambio de la ruptura con Israel y la reducción por ley de los alquileres un 40%.

La líder del partido es consciente de que la “operación Sumar” les dejó “muy debilitadas”, pero ha advertido que no será obstáculo para “dejar de hacer política” o usar sus cuatro votos “imprescindibles” para “mejorar la vida de la gente”. De hecho, ha recordado que ya facilitaron “gratis” la investidura de Pedro Sánchez. Favor, dicen, que no volverá a ocurrir. De hecho, en su plan por convertirse en el Junts de la izquierda, asumen incluso su narrativa y advierten de que si Moncloa acepta sus requisitos podrán “sobrevivir”.

Afán de “protagonismo”

Pese a las amenazas, en Moncloa no terminan de tomarse en serio el nuevo papel de Podemos. Algunas voces del Ejecutivo comentan en privado que sus exigencias responden a la necesidad de “protagonismo político”, por lo que esperan que impere el sentido común a la hora de negociar y supriman condiciones que son inviables, como la imposición por ley de la rebaja de los alquileres.

Estas mismas voces imputan, además, un diagnóstico erróneo en las filas moradas al plantear requisitos de este calado al partir de la creencia de que no habrá mayoría suficiente para aprobar las cuentas. Sobre todo porque en Moncloa creen que aún queda mucha tela que cortar como para acastillarse en una postura tan poco comprensible.

Por ello, resuelven que las demandas de Podemos no responden si no a la necesidad de sacar la cabeza en el espacio a su izquierda y marcar perfil propio tras la ruptura con Sumar. No contemplan, por tanto, un escenario en el que los morados se desmarquen del ‘sí’ del bloque de la investidura en una votación presupuestaria, enfatizando su firme posicionamiento de izquierda. Así las cosas, relativizan los golpes en el pecho de sus antiguos socios de gobierno y esperan que acabe imponiéndose el sentido común.

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