Una larga cola de personas avanza lentamente, muy lentamente entre la destrucción. A ambos bandos de su camino, no queda absolutamente nada. Sólo restos de hogares, coches y vidas que ya no son. El amplio pasillo por el que desfilan era antes una vibrante calle que ha sido aplastada hasta aplanarse para su huida. Con las manos en alto, mujeres, hombres, niños y mayores abandonan el asediado norte de Gaza a pie. Para garantizar su marcha, los tanques y soldados israelíes custodian su enésimo éxodo tras tres semanas de agresiva ofensiva militar que han dejado 770 palestinos muertos en esta zona del enclave palestino. Algunos de los hombres son apartados de la fila y llevados a un lugar desconocido. A sus familiares no se les permite preguntar a dónde van.

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