«Yo no lo maté». Ubay Alemán, acusado de matar a Abdelkarim Arifi en Vecindario en la Nochebuena de 2022, declaró este miércoles en la Audiencia Provincial de Las Palmas ante el jurado y la magistrada Victoria Rosell que el autor del crimen fue otra persona y que su presencia en la escena del crimen fue de «no más de 30 segundos». Subrayó que, en cualquier caso, lo que hizo fue retirarle el martillo a otro hombre, que es quien habría asestado los golpes mortales sobre la víctima, «se lo quité, se dieron la vuelta y se echaron a correr».
Pese a este testimonio, el Ministerio de Fiscal mantiene la calificación de homicidio y una condena de 15 años de cárcel; mientras que el abogado de la acusación particular eleva el caso a asesinato y una pena de 25 años. El letrado de la defensa, por su parte, indicó que cree en la inocencia del presunto autor del crimen, quien se encuentra en prisión provisional. Después de tres días de vista oral, el caso queda pendiente del veredicto del jurado popular, que determinará la decisión de la magistrada.
Ubay Alemán, quien no había declarado hasta ahora y quien no respondió a las preguntas de Fiscalía y acusación particular, explicó que aquella fatídica tarde salió a tirar la basura cuando escuchó barullo en un parque cercano, «quería saber que estaba pasando en el parque porque allí paran mis hijos, me preocupé». Al parecer habría una pelea con más de una docena de personas, entre menores y adultos. Entre tanto, observó como había un hombre ensangretado rodeado de otros tres.
«No tengo nada que esconder»
«Metí la mano», apuntó el acusado en su testimonio, y le quitó el martillo, el arma homicida, que, según este, estaba «envuelto en una bolsa». A continuación, los tres que estaban rodeando a Abdelkarim «se dieron la vuelta y se echaron a correr». Al sostener el mismo, se habría hecho un corte en el dedo gordo con el filo de la parte de atrás de la herramienta, con la que se sacan las tachas. Tras esto, «el chico se levantó, estaba lleno de sangre, pero se fue».
El acusado subrayó que «no le pegué, ni a los agresores ni a nadie». Finalmente, continuó hasta su casa, donde dejó el martillo en un balde junto a su edificio, «no tengo nada que esconder» e indicó que se marchó porque tenía prisa «para acudir a la cena de Nochebuena en casa de su cuñado». Finalmente, acudió al cuartel de la Guardia Civil tras saber que se habían personado en su casa «para ver qué ocurría» y señaló que allí se negó a declarar.
«No soy un santo», apuntó el presunto homicida; y es que esta no es la primera vez que pasa por los tribunales. En 2003 fue acusado de otro homicidio, también por matar a un magrebí; y el pasado mayo compareció ante los Juzgados por haber participado en una banda que se dedicaba a introducir cocaína y hachís en la Isla, además de otros delitos que Fiscalía le ha imputado.
«No soy racista»
El acusado recalcó que el suyo es «un barrio que no es bueno» e insistió que las fuerzas del orden «no han querido descubrir a los culpables». Es más, en su última palabra, indicó que no se debería cerrar el caso. «No soy racista», reconoció también a las preguntas de su abogado. Además, la magistrada llegó a acceder a que el presunto homicida se quitara la camiseta para mostrar que tenía tatuado el brazo derecho y no el izquierdo, como había indicado un testigo.
Al inicio de la sesión de este miércoles, las forenses que practicaron la autopsia a Abdelkarim Arifi apuntaron que este recibió tres golpes: dos en la cabeza y uno por la espalda. Lesiones «compatibles con un martillo». Este último habría sido de menor gravedad, dado que, aunque le rompió dos costillas por completo y le perforó un pulmón, «es una lesión severa, pero puede sobrevivir con el otro pulmón».
En cuanto a los golpes de la cabeza, uno fue lineal y el otro «estrellado». Este habría provocado daños en las capas superiores del cerebro, aunque no llegó a romper el cráneo, apuntaron las forenses, pero sí hubo «traumatismo craneoencefálico de fuera a dentro». Estas señalaron que, por la característica de los impactos, es más probable que fueran por la espalda. Esto último es la principal baza para que la acusación particular eleve el caso a asesinato.