De activista contra la energía nuclear a reconocer su contribución para cumplir los objetivos climáticos de la UE. En su etapa en el Gobierno de Pedro Sánchez, Teresa Ribera aprobó el cierre de las centrales nucleares en España en 2035 y lideró en Bruselas todas las iniciativas para tratar de impedir cualquier financiación comunitaria para los nuevos reactores. Ahora que ha sido designada vicepresidenta ejecutiva de la Comisión responsable de una Transición Limpia, Justa y Competitiva, Ribera asegura que no pondrá trabas al desarrollo de la energía nuclear.

«Necesitamos una eficiencia máxima en el despliegue de las diferentes tecnologías, tanto las que ya están maduras como las nuevas tecnologías que puedan ayudar a la UE a lograr su descarbonización más allá de 2030″, sostiene Ribera en sus respuestas escritas al cuestionario que le ha enviado el Parlamento Europeo, previo al examen oral definitivo para evaluar su capacitación para el cargo, que tendrá lugar el próximo 12 de noviembre. Al igual que los otros 25 candidatos, la española ya ha superado la primera evaluación sobre conflictos de interés.

«Por lo que se refiere a la energía nuclear baja en carbono, cabe reseñar que en febrero de 2014 la Comisión lanzó una alianza industrial con el fin de facilitar la cooperación de los interesados a nivel de la UE, para acelerar el despliegue de Pequeños Reactores Modulares y garantizar una cadena de suministro sólida en la UE, incluyendo personal especializado», prosigue la todavía vicepresidenta tercera de Sánchez.

«Esto potenciará las capacidades de innovación y fabricación de la UE para acelerar el despliegue de los primeros proyectos de Pequeños Reactores Modulares en la UE para principios de 2030 con los mayores estándares de seguridad nuclear, gestión de residuos, sostenibilidad medioambiental y competitividad industrial», concluye la respuesta escrita de Ribera.

Este viraje radical de la futura vicepresidenta ejecutiva de la Comisión se explica porque los países miembros de la UE están profundamente divididos sobre la nuclear. De hecho, hay dos bandos rivales que se han enfrentado de forma constante durante la pasada legislatura. Por un lado está la Alianza Nuclear, un grupo liderado por Francia y del que forman parte también Bulgaria, Croacia, República Checa, Finlandia, Hungría, Países Bajos, Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y Suecia.

Estos países reclaman a Bruselas dinero para estos nuevos reactores nucleares y en la anterior legislatura lograron ya varias victorias parciales. La más importante es que se etiquete la nuclear como energía «verde» de cara a los inversores. También consiguieron introducir la nuclear en la lista de tecnologías cubiertas por la Ley sobre la industria de cero emisiones netas. Su siguiente batalla es que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) de Nadia Calviño financie la renovación y construcción de reactores.

En el extremo contrario se encuentran los Amigos de las Renovables, el grupo en el que hasta anteayer militaba Teresa Ribera. En este bando figuran Alemania, Austria, Letonia, Dinamarca, Grecia, Estonia, Irlanda, Luxemburgo, Malta o Portugal. Al igual que la todavía vicepresidenta tercera, todos estos Estados miembros se han opuesto sistemáticamente a situar la energía nuclear al mismo nivel que las renovables.

Tal y como recuerda la propia Ribera en sus respuestas escritas, el propio Tratado de la UE reconoce que la definición de la cesta energética es una competencia exclusiva de los Estados miembros. Es decir, que cada Gobierno es totalmente soberano a la hora de decidir si opta o no por la energía nuclear. Lo que está en juego en Bruselas es hasta que punto la UE financia o no el despliegue de nuevos reactores. Y es en esta cuestión en la que que Ribera asegura que no va a poner trabas en su nuevo cargo de vicepresidenta ejecutiva.

De hecho, su jefa, Ursula von der Leyen, a pesar de formar parte del Gobierno de Angela Merkel que decretó el cierre de las nucleares en Alemana tras la catástrofe de Fukushima, también ha ido cambiando de posición desde que ascendió a la presidencia del Ejecutivo comunitario. «Cuando hablamos de nuestra energía, tenemos que producir más de nuestra propia energía: más renovables, más nuclear, más eficiencia«, ha dicho Von der Leyen en uno de sus últimos discursos.

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