En política el tránsito entre detectar un problema y resolverlo está contaminado por las expectativas. Eso es lo que debe haber pensado más de un integrante del equipo de gobierno del PP en el Ayuntamiento de Torrevieja a la hora de comprobar el resultado sobre el terreno de la idea de levantar una pista deportiva en plena plaza de Oriente, más conocida como de la Ermita. El recinto lúdico está ubicado -más bien encajado- entre el templo parroquial del Sagrado Corazón y la calle Ulpiano, y su instalación ha eliminado una pequeña zona verde sobre el forjado del aparcamiento subterráneo, en el torrevejense barrio de La Punta.
Inversión
No es una de esas obras multimillonarias que vende a diario el Ayuntamiento de Torrevieja y que a menudo tardan mucho en arrancar. Es una discreta inversión de 169.000 euros adjudicada el pasado mes de abril. El acta de replanteo se firmó el 6 de mayo. Desde ahí corría el plazo de ejecución de algo menos de cinco meses, que concluyó el 24 de septiembre. La ampliación de ese mismo plazo se agota el viernes 25 de octubre.
El proyecto, lleno de buenas intenciones, es meter ahí a los chavales que, como diría Serrat, no paran de fastidiar con la pelota. Las paredes exteriores en hormigón blanco de la iglesia, que suelen hacer de porterías, se han tiznado de negro a golpe de balonazo para queja continua de pastor y feligresía. Tampoco le hace gracia a los hosteleros que pequeños y adolescentes jueguen en la plaza molestando a los clientes que se sientan en las terrazas que ocupan este espacio público desde que se reformó hace 15 años y se levantó lo que muchos llaman la Catedral de la Punta.
Seis metros de alto en total
El resultado de la obra de la pista… Una jaula. Eso dicen los vecinos mientras miran de reojo a uno y otro lado por aquello de los indiscretos. El nuevo espacio salta a la vista, es un recinto hermético con un vallado metálico realizado con un enmallado que se eleva tres metros de la rasante y que se completará con una protección de red de otros tres. El espacio además no permitía por sus dimensiones hacer una pista deportiva de barrio convencional.
La cancha presenta una más que singular planta estrecha -7 metros de ancho por 21 de largo-, 162 metros cuadrados más un acceso de otros 33 de césped artificial, entre la calle Ulpiano y una de las salidas del parking.
El caso es que la obra, para sorpresa de nadie, se está eternizando y se ha convertido en centro de los comentarios de los vecinos que opinan mientras se toman una cerveza.
Parada: los suministros y otros problemas
Los trabajos se encuentran parados prácticamente desde el mes de agosto, aunque en realidad, se encuentra terminada en su fase más complicada como el vaciado de la tierra vegetal sobre el aparcamiento, la construcción del forjado a la altura de la plaza y el (aparatoso) vallado.
Fuentes municipales han indicado a INFORMACIÓN que el parón se debe a la falta del pavimento especial que debe instalarse. Un material que aguante un uso intensivo, ya que el caucho normal no iba a durar ni dos meses. Pero, otra vez los suministros, no había cuando se pidió, y del color que estaba previsto en el proyecto. Lo debe servir una empresa especializada de Italia. Parece que ya está de camino.
Pero esa no ha sido la única causa del retraso. Durante la obra una máquina se llevó por delante parte de la instalación de riego de esa zona de la plaza. No fue responsabilidad de la firma. No figuraba en el proyecto por ninguna parte que esas tuberías estuvieran allí, aunque la plaza no es tan antigua como para que figure en la información técnica previa -la inauguró Camps, entonces presidente de la Generalitat, en 2009-.
En dos semanas
El Ayuntamiento espera que todo esté terminado en dos semanas. Para rematar el proyecto se instalará un nuevo punto de alumbrado con una farola y dos focos que iluminarán a la pista, dos bancos y una papelera de material reciclado, porterías antivandalismo y protectores rodeando la pista.
Ahora a esperar que los chavales entren en el redil. Y que alguien abra y cierre la puerta.