Estación de Atocha, rebautizada como Almudena Grandes, en el corazón de Madrid. / Fernando Bustamante

Como usuaria del ferrocarril desde que me alcanza la memoria y amante confesa de esa forma de viajar, siempre he visto enormes similitudes entre los trenes y los novios. Si no te fallan, tienen chica para rato. Ahora bien, como empiecen a llegar tarde un día sí y otro también, a obligarte a suspender planes a base de incumplimientos, a desilusionarte con promesas que no pasan de mera palabrería… el fin de la relación está cantado.  

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