La aportación de la industria turística a la sociedad canaria a través de los impuestos cerrará 2024 en cifras récord. Serán alrededor de 4.000 millones de euros los que el motor de la economía regional habrá dejado en las arcas públicas al cabo del año, en su mayor parte vía IGIC, con lo que el grueso de ese montante lo recauda y gestiona directamente la Comunidad Autónoma. Para hacerse una idea de la magnitud de esta cantidad basta con apuntar que supera en casi 1.100 millones la cuantía global consignada en los presupuestos de 2024 para cultura y deportes, 61,1 millones de euros; vivienda, 154,5 millones; empleo y formación profesional, 371,4 millones; y educación, 2.339,9 millones de euros, áreas para las que se destinan, en conjunto, 2.926,9 millones. Es más, esos aproximadamente 4.000 millones con los que el turismo contribuirá este año a la Hacienda isleña casi servirían por sí solos para sufragar todo el presupuesto anual para políticas de asistencia sanitaria y salud pública –sanidad–, que en las cuentas consolidadas de 2024 disponen de un total de 4.290,5 millones de euros.
Una de las cuestiones que se han puesto en solfa en los últimos meses, en especial desde las multitudinarias manifestaciones del pasado 20 de abril –que este domingo tuvieron una primera réplica algo menos multitudinaria–, es la de la contribución del sector turístico a la sociedad y la economía canarias. Más en concreto la de cuánto aporta esta actividad, vía impuestos, a las arcas públicas. Y ya de entrada llama la atención que justo este año, cuando arrecian las críticas hacia el motor económico del Archipiélago –con algún que otro episodio aislado de turismofobia–, la aportación tributaria de la industria esté en máximos históricos.
El turismo contribuye a la Hacienda pública a través de distintos tributos: el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), por los salarios y demás ingresos de quienes trabajan en el sector; el Impuesto sobre Sociedades, la particular declaración de la renta de las empresas –de los hoteles, apartamentos, parques temáticos…–; los impuestos especiales; y, en el caso de las Islas –y sobre todo–, el Impuesto General Indirecto Canario (IGIC), un tributo que forma parte del Bloque de Financiación Canario o bloque del REF y que como tal, cabe insistir, recauda y gestiona la Comunidad Autónoma. Es decir, que a diferencia de lo que ocurre en el resto de España con el IVA, cuyos fondos van a la caja común con independencia de dónde se hayan recaudado de manera efectiva, en el caso del IGIC, todos los ingresos se quedan en el Archipiélago. Y resulta que la mayor parte de lo que el turismo deja en las arcas públicas corresponde precisamente al IGIC.
En 2019, el último ejercicio antes de la doble crisis de la covid y la inflación, la principal actividad económica de las Islas generó un total de, exactamente, 2.928 millones de euros entre impuestos directos e indirectos. Un año antes, en 2018, la recaudación turística había alcanzado su techo histórico con alrededor de 3.000 millones, una cantidad que tras desplomarse en 2020 y 2021, por las consecuencias de la pandemia, se disparó en 2022 hasta los 3.441 millones de euros, con lo que marcaba así un nuevo récord, tal como reveló el estudio Impactur Canarias 2022. Un nuevo récord que, eso sí, fue efímero, ya que los ingresos tributarios derivados de la actividad turística se fueron el año pasado hasta los 3.600 millones. Es verdad que la ola inflacionaria ha contribuido a engordar la recaudación, en especial vía IGIC, pero no es menos cierto que el peso del turismo en los ingresos fiscales resulta más que evidente.
De hecho, a estas alturas de ejercicio, con los ingresos por el IGIC hasta un 10% por encima de las cifras de 2023 –hasta agosto ya se habían recaudado 1.579,1 millones de euros, frente a los 1.437,7 millones de igual período del año pasado–, ya es posible saber que al cierre de 2024 caerá un nuevo récord, el tercero consecutivo, y que la recaudación turística superará por primera vez la barrera de los 4.000 millones de euros.
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