Enfrentarse a una situación financiera desfavorable, con más o menos deudas, puede llevarnos a nosotros como a particulares y a autónomos y empresas a considerar la insolvencia como una posible solución. En España, declararse insolvente -o en quiebra– es un proceso regulado que implica una serie de requisitos legales y consecuencias.

Porque como deudores, cuando contraemos obligaciones, es fundamental planificar previamente la devolución al prestamista para evitar problemas financieros. No hacerlo puede ocasionar un desbalance en las finanzas. Ello impediría cumplir con dichas deudas económicas a tiempo y que nos llevaría a nosotros, o a tu negocio, a ser insolvente.

Para impedirlo, se debe tener en cuenta los plazos pactados. Pero también la cuantía de las cuotas o estar preparado para cubrir algún imprevisto, como la disminución o pérdida de ingresos o un aumento inesperado de gastos.

De todos modos, hay una situación que es importante conocer. Y es que, igual que no todas las deudas son iguales, tampoco lo son a ojos de las administraciones. Por lo que hay que cuadrar y cumplir unos mínimos para que, en ciertos casos, podamos liberarlas con la ley.

Existen diferentes tipos de quiebras por deudas

De acuerdo a los motivos, la quiebra puede declararse como culpable, fortuita o fraudulenta. De estas, la que mayores implicaciones negativas tiene es la última. La culpable, se ocasiona por la mala administración financiera, pero generalmente es ocasionada cuando el deudor tiene plena consciencia de los riesgos que está asumiendo.

La fortuita se da, como su nombre lo indica, por causas externas que el deudor no puede manejar. Estas son situaciones económicas, sociales o hasta desastres naturales que dañen su patrimonio o negocio.

En la fraudulenta es cuando existe un caso legal, donde se realizaron actos por fuera de lo establecido como lícito. Esta es la que tiene más problemas, ya que el juez debe tener en cuenta dicha situación para tomar las respectivas decisiones frente a los pagos.

Las deudas ocasionadas de forma fortuita o culposa pueden ser abordadas por la Ley de la Segunda Oportunidad, siendo más fácil de eliminar las primeras mencionadas. Igualmente, las deudas que implican algún tipo de fraude no pueden ser absueltas por esta ley, y dependerá mucho del caso la sentencia que se le dé al deudor.

¿Para qué sirve declararse en bancarrota?

Aunque a muchas personas les cueste creerlo, la declaración de bancarrota puede traer importantes beneficios para quienes deciden utilizar este recurso, aunque estos dependen del capítulo bajo el cual hagan su declaración de quiebra, los cuales son explicados más adelante. Los beneficios más importantes son los siguientes:

  • Con la declaración de bancarrota se termina la obligación de pagar la mayoría de sus deudas.
  • La quiebra hace que se detenga la ejecución hipotecaria de su casa, aunque no termina con la obligación de realizar los pagos. 
  • A veces es posible obligar a los acreedores a que le devuelvan sus bienes, como su vehículo.
  • La quiebra hace que se detenga la retención del sueldo.
  • Gracias a esta declaración los cobradores de deudas dejarán de buscarnos con la frecuencia con que suelen hacerlo. 
  • La bancarrota impide que nos corten los servicios públicos e incluso permite que estos sean restaurados.
  • Permite desafiar a los acreedores que están bajo sospecha de cometer fraude o de cobrarle una cantidad mayor a la que realmente debe. 
  • La declaración de bancarrota otorga una segunda oportunidad para comenzar de nuevo una vida financiera sana.

Requisitos para declararse en quiebra

Para empezar, y como sería lo lógico, se deben tener ingresos inferiores a las deudas o montos que son insuficientes para cubrir las necesidades básicas. Otro aspecto importante es la cuantía. El total de deudas ante los acreedores no puede superar los 5 millones de euros.

El siguiente requisito, es no haber sido beneficiado con la exoneración de deudas, por la Ley de la Segunda Oportunidad, en los últimos diez años, desde que se hace la solicitud para acogerse.

Por último, y no menos importante, es que quienes se amparen bajo la figura de bancarrota no pueden tener procesos (abiertos o cerrados) contra la ley, especialmente por fraude fiscal o detrimento al patrimonio.

Qué dice la Ley de Segunda Oportunidad para solucionar nuestras deudas

Esta normativa se presenta como una solución legal para ayudar a personas particulares y autónomos que no pueden afrontar el pago de sus deudas. Ofrece un recurso para aquellos que, aunque tienen la voluntad de pagar, se encuentran en una situación económica que les impide hacerlo.

Su objetivo principal es proporcionar un mecanismo que permita a los deudores liberarse de sus compromisos financieros y, como su nombre sugiere, darles una nueva oportunidad para empezar de nuevo.

La ley se desarrolla en dos etapas clave: primero, se intenta llegar a un acuerdo extrajudicial de pagos con los acreedores y, si este no se consigue, se procede al concurso consecutivo, lo que implica que un juez podría decretar la cancelación de las deudas. En el caso de que no se logre un acuerdo amistoso con los acreedores, se sigue directamente a la ley concursal.

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