En Montilivi, escenario de tantas alegrías la temporada pasada, el Girona volvió a demostrar que esta campaña las cosas no terminan de funcionar. El conjunto de Míchel sucumbió en su feudo contra la Real Sociedad con merecimiento y con señales preocupantes en muchos sentidos. Respiran aliviados los donostiarras, que demostraron que necesitaban los tres puntos más que nadie.

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