Tilda Swinton aceptará gustosa todos los galardones de los que se la considere merecedora, gracias, pero ello no significa que ese tipo de reconocimientos le importen mucho ni que se los tome realmente en serio. “Lo que más me frustra es la cantidad de tiempo que el mundo dedica a preocuparse por los premios”, lamenta. “Si eres aspirante a un Oscar, por ejemplo, se espera de ti que pases meses promocionando tu candidatura a través de apariciones televisivas, actos benéficos, sesiones fotográficas, cócteles y mil cosas más por el estilo. Y yo preferiría pasar mi tiempo haciendo otras cosas”. Desde que ‘La habitación de al lado’ obtuvo el León de Oro en la Mostra de Venecia el mes pasado, Swinton es considerada como una de las favoritas a ganar la estatuilla a la Mejor Actriz dentro de unos meses gracias a la mezcla de vulnerabilidad y resiliencia que transmite en la piel de una de sus protagonistas, Martha, una corresponsal de guerra que se enfrenta a un cáncer cervical incurable y que, decidida a transitar el final de la vida a su manera, le pide a su amiga Ingrid (Julianne Moore) que le haga compañía durante el viaje.

La nueva película, recuérdese, supone su segunda colaboración con Pedro Almodóvar; ya trabajaron juntos en ‘La voz humana’ (2020), cortometraje basado en un monólogo homónimo de Jean Cocteau. Y el manchego de ningún modo es el primer director que, después de trabajar una vez con ella, decide repetir la experiencia; hasta fecha, por ejemplo, la actriz ha filmado cuatro películas junto a Jim Jarmusch, tres al lado de Luca Guadagnino, cuatro con Joanna Hogg, dos con Bong Joon-ho y nada menos que cinco con Wes Anderson. “Me gusta conectar con mis directores, y mantener con ellos una conversación permanente; las películas que rodamos juntos no son sino fragmentos de esa charla. No me veo a mí misma como una intérprete, nunca tuve interés en ser actriz y sigo sin tenerlo. Siempre me he considerado una escritora, y siento que, en realidad, lo que yo hago es escribir desde delante de la cámara, interpretar en calidad de guionista. Esa ha sido mi forma de vivir el cine desde que empecé en esto junto a Derek [Jarman]; él fue mi maestro, y yo su alumna”, recuerda la británica, que en sus inicios rodó ocho largometrajes junto a Jarman antes de la muerte de este en 1994. “Pedro [Almodóvar] se parece a Derek en varias cosas: también es un autor magistral, y también es un artista ferozmente ‘queer’, y por eso colaborar ahora con él hace que me sienta de regreso en casa”. 

Dado que Swinton es una de las actrices más camaleónicas que existen, y que su larga filmografía deja suficientemente claro su gusto por transformar su apariencia para la cámara a través de maquillaje, pelucas y demás postizos -sirvan a modo de ejemplo sus participaciones en películas como ‘Rompenieves’ (2013), ‘Suspiria’ (2018) y ‘La hija eterna’ (2022)-, la desnudez facial que exhibe en ‘La habitación de al lado’ invita a ser considerada como una excepción en su carrera. “Mi personaje, Martha, me ofreció la oportunidad de sumergirme en él como no recuerdo haberlo hecho en muchos años. Es una mujer que se presenta al mundo sin filtros ni máscaras y, para mí, poder ponerme frente a la cámara despojada de ese tipo de artificios, y dando vida a una mujer de la que me siento tan cercana, ha sido una bendición”.

Cercanía con el personaje

El motivo de esa cercanía es que en numerosas ocasiones, desde muy joven, la actriz ha estado cerca de personas que, como le sucede a Martha, se enfrentaban al final prematuro de sus vidas; durante el apogeo de la epidemia del sida, recuerda, llegó a asistir a más de 40 funerales en solo un año. “La primera de esas personas fue Derek, que tuvo una muerte terrible; me pidió que lo acompañara en sus últimos días, y lo hice”, explica. “Yo sentía mucho miedo y confusión, y él me enseñó a tener siempre presente que morir es una parte importante de la vida. Gracias a experiencias como esa puedo afirmar que no le tengo miedo a la muerte. Sé que se va acercando a mí poco a poco, voy sintiendo su presencia, y no me inquieta”.

La actriz británica Tilda Swinton. EFE


Sin duda es una actitud inhabitual en una sociedad que vive reacia a asumir su ppropia finitud. “Se nos vende la idea de que la muerte es una derrota, de que solo sufren la muerte quienes tienen mala suerte o no son suficientemente inteligentes como para evitarla; forma parte de una estrategia diseñada por el sistema capitalista, que nos convence de que la mejor manera de vencerla es comprar más”, opina Swinton. “La mayoría de nosotros echamos la vida a perder completamente, porque nos negamos a reconocer que, nos guste o no, todos estamos en la habitación de al lado; la de al lado de Ucrania, la de al lado de Gaza, la de al lado de Siria”.

Que la nueva película invite al espectador a reflexionar al respecto, en todo caso, no es lo único que la convierte en una obra profundamente política; Después de todo, también trata de funcionar a modo de alegato en favor del derecho de las personas a una muerte digna. “Es un asunto en el que pensé mucho en los últimos años”, asegura la actriz, que tras la muerte de sus padres estuvo a punto de recibir formación como enfermera de cuidados paliativos. “El derecho a morir dignamente está negado en casi todo el mundo porque las religiones dictan solo Dios tiene el derecho de quitar la vida y, desde un punto de vista puramente humano, no se entiende. Nos aseguramos de que nuestras mascotas tengan la posibilidad de morir sin dolor, pero nos resistimos a darles esa misma oportunidad a las personas queridas. ¿Hace falta decir más?”.

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